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Que gane México

ADELA CELORIO

 L A presidencia de Felipe Calderón, acotada desde su inicio por quien mucho antes de las elecciones ya se había imaginado sentadote en la silla presidencial, y enfurecido, rencoroso, mal perdedor, después de la toma del Zócalo con los perjuicios que todos conocemos, se auto-nombró presidente legítimo y desde entonces no ha desaprovechado ninguna oportunidad de boicotear, de lastrar con su ofensivo discurso repetido hasta la náusea, la gestión del presidente de todos los mexicanos.

En otro frente obstruida también por la activísima la caterva de grillos que por hartazgo total de la ciudadanía y aplastante votación, fueron expulsados de Los Pinos antes de que alcanzaran a repartirse del todo el botín que ha sido para ellos nuestro México; y que en su urgencia de volver a detentar poder e impunidad (que por cierto nunca soltaron del todo) se han aplicado a obstruir cualquier propuesta del presidente.

Por si no fuera demasiado con todo esto en contra, tampoco faltan los partiditos como el Verde, que si bien lastran severamente nuestro presupuesto, sólo sirven para el enriquecimiento de un grupito de cretinos que en pleno exterminio neuronal también ponen sus miserables caquitas en el de por sí difícil camino del presidente.

Si bien la agitación y la envidia apasionada son hijas naturales de la democracia, también haría falta que eventualmente alguien aportara talento, visión de futuro y una consciencia clara de que oposición no es obstrucción.

Inmersos en una contagiosa peste de estupidez, tenemos esa bola de dipu-grillos que mientras ofrecen combatir la pobreza se despachan con sueldos inimaginables, además de prestaciones, comisiones, aguinaldos, regalitos y cariños especiales; y que no se han enterado de algo tan obvio como que si le va mal al presidente del país, nos va mal a todos.

La controversia es saludable cuando se ocupa de asuntos significativos y siempre con intención de encontrar respuestas, consensos, soluciones; y no de crear problemas donde no los hay; como hacen los dipu-grillos para darnos la impresión de que trabajan.

Todavía están frescas las imágenes que todos vimos de cuando bravísimos todos en bola, manoteando, gritando, impidieron a Vicente Fox entrar a San Lázaro a rendir su último informe presidencial.

Quién diría que esos mismos, incongruentes y sin-vergüenzas como son, hoy están rasgándose las vestiduras porque el presidente presenta "El Informe" por escrito.

Ante los gravísimos problemas que estamos padeciendo, los dipu-grillos no paran de rechinar, y mientras unos exigen que el presidente los escuche, que cambie de estrategia, que quite al ejército, que pare la narco-guerra, que legalice la droga..., otros piden lo contrario.

¡Ah! pero eso sí; cuando el presidente los llama para que piensen y propongan soluciones viables y estrategias más eficaces si es que las conocen; entonces los grillos encabezados por la señora Paredes (de todos mis respetos) que haciendo pucheritos le pide al presidente "respete nuestro dolor"; lo acusan de capitalizar políticamente el asesinato de un alcalde y aprovechan para quejarse ante los medios de agravios y ofensas infringidos a su partido (¿habrá acaso mayor agravio para la ciudadanía que la sola existencia, agravada por la impunidad del ahora ex-gober Marín y sus secuaces?), pero de propuestas viables y de las nuevas estrategias que exigen; ni una palabra.

Estos dipu-grillos me recuerdan el cuento del hombre que acompañado de su mujer sale el día de mercado a vender las escasas mercancías que lleva en un costal. Si se sube al burro le gritan ¡abusivo! Si se baja y es su mujer quien monta el animal, no falta quién le grite ¡mandilón! Si se bajan los dos y el burro carga el costal, le gritan ¡penitente!

¡Qué flojera y qué coraje nos da a algunos ciudadanos tanto ruido y tan pocas nueces! Tanta tinta como consumen quienes nos cobran un riñón por armar mitotes donde tendría que haber intercambio de ideas.

Tomar el mando de un país en el que la corrupción en todos los niveles sociales es casi identitaria, y en un momento en otra de tantas crisis económicas nos pega duramente; plantar cara como la ha plantado Felipe Calderón (porque nadie antes se atrevió a hacerlo) a una fuerte y muy bien organizada delincuencia que como el cáncer que no se atacó a tiempo, ha hecho metástasis en todo el cuerpo social; es una tarea que requiere por lo menos del apoyo moral de la ciudadanía, ya que es imposible pedirlo a quienes tienen todo el interés político en que al presidente le vaya mal.

Política parda, filosofía del yo gano aunque todos pierdan. ¿No habrá entre tanto grillo alguno al que se le ocurra una novedosa fórmula para que gane México?

Aelace2@prodigy.net.mx

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