Durango

Que no muera la tradición

La reflexión, el buen humor y la tradición se conjuntan en una celebración que es muy mexicana.

Calaveras. De distintos tamaños y con una diversidad de atuendos muy coloridos, las calaveritas no pueden faltar en el altar.

Calaveras. De distintos tamaños y con una diversidad de atuendos muy coloridos, las calaveritas no pueden faltar en el altar.

Claudia Janeth Barrientos

En la actualidad hay confusión por una celebración en la que se mezclan dos formas de festejo, por lo que cada vez es más complicado separar la tradición mexicana de las costumbres estadounidenses, sobre todo en estados del Norte del país, como Durango, en donde hay una gran influencia extranjera que, muchas veces, es reforzada en comercios y en las mismas escuelas en las que, se supone, se debería privilegiar el arraigo de las tradiciones propias.

Para tratar de contrarrestar esta situación, cada año, en la Plaza de Armas se instala un altar de muertos en el que, por primera vez, en este 2010, confluirán en el homenaje personajes históricos originarios del estado y difuntos de la sociedad en general.

Virginia Ruiz Valles, coordinadora de Museos y Exposiciones del IMAC, quien fue la encargada del montaje del altar, explica que fomentar esta tradición no sólo es labor de las instituciones sino de las propias familias en donde se les tiene que dar a los niños una explicación.

"Es difícil porque los centros comerciales están invadidos de esa cultura del Norte. Hay que respetar, cada quien su cultura", menciona.

Agrega que hay confusión en los niños, que serán los encargados de preservar la tradición mexicana ya que, en ocasiones, se les pide que coloquen un altar pero al mismo tiempo se les inculca que vayan disfrazados lo que provoca que crean que ambas costumbres son parte de lo mismo.

"En la tradición mexicana no hay disfraces", sostiene. Lo que es típico son personajes como La Catrina y las calaveritas que pueden ser vestidas con distintos atuendos, como actividad didáctica para los menores.

Y es que lo peor no es que se recurra a las dos formas de festejo: el problema es que hay confusión y se mezclan las tradiciones. Incluso, en muchas ocasiones, hay preferencia por las costumbres importadas en vez de que se reconozcan y adopten las propias.

La entrevistada explica que para contrarrestar las tradiciones extranjeras que nos han invadido, se pretende retomar esta tradición mexicana a través de la colocación de altares no sólo en los hogares e instituciones educativas, sino en lugares públicos para que toda la población los observe.

Los homenajeados

En esta ocasión, el altar de muertos ubicado en la Plaza de Armas -inaugurado el domingo- está dedicado a Francisco Villa, con motivo del Centenario de la Revolución.

Además, por primera vez, el altar es comunitario porque se colocaron fotografías de familiares de la sociedad en general que han partido.

Elementos

El altar de muertos instalado cuenta con elementos que en ese sincretismo de cultura indígena y occidental se han adoptado. El objetivo por el que se inició con esta tradición es porque se cree que el espíritu de los difuntos regresa del mundo de los muertos para convivir con sus familiares durante un día.

Los elementos que contiene son: una estructura de siete niveles que representa los estratos de la existencia y el camino para llegar al cielo, al purgatorio o al infierno.

Las flores de cempasúchil que, con su aroma, según los indígenas, guiarán a los difuntos al cielo, al igual que el copal, que es un incienso de origen prehispánico.

Veladores, cirios y velas también se colocan en los cuatro puntos cardinales para que, con su luz, sirvan como una herramienta de guía.

Además, es común incluir comida tradicional mexicana y bebidas como el tequila y el mezcal.

El agua simboliza la purificación y se utiliza para que el ser querido se refresque luego de un viaje tan largo.

El pan simboliza la fertilidad, y es una invitación a recordar que la vida sigue. El de uso tradicional es el pan de anís espolvoreado con azúcar, sin rellenos de chocolate, como los que en los últimos tiempos se han elaborado.

En cinco días se instaló el altar de muertos que hoy ya es disfrutado por la comunidad.

A la par, y por primera vez, se coloca un altar en la Rotonda de los Hombres y Mujeres Ilustres de Durango que se ubica dentro del Panteón de Oriente. Ahí, la figura central es Guadalupe Victoria.

Altar

Algunos de los elementos que contiene son:

- Una estructura de siete niveles.

- Imagen del difunto que se coloca en la parte alta.

- Una cruz, elemento que se incorporó entre los indígenas del catolicismo.

- Arco adornado con flores de cempasúchil, que simboliza la entrada al mundo de los muertos.

- Copal e incienso para limpiar y purificar las energías.

- Velas, agua, cirios, flores, calaveras, pan, comida y objetos personales.

Confusión

Por la gran cantidad de productos que se ofertan en las tiendas, las nuevas generaciones piensan que los disfraces y los altares son parte de lo mismo.

Tradición

En muchos hogares y planteles educativos persiste la tradición de colocar un altar de muertos en memoria de las personas que han pasado a otro plano existencial.

Elementos

Lo que se utiliza con mayor frecuencia es: papel picado, incieso, flores de cempasúchil, veladoras y comida con lo que se invita al espíritu del ser querido.

"Corrida del alma", una celebración de las familias tepehuanas

Aun en nuestros días, los tepehuanos realizan el "Tum jootos" o "Corrida del alma", un ritual para guiar a sus seres queridos después de su muerte. Se cree que, de no realizarse, los difuntos se manifiestan como aires que traen consigo enfermedad.

De acuerdo con datos de Eliseo Gurrola García, portavoz de la cultura tepehuana, esta ceremonia se realiza al conmemorarse un aniversario del fallecimiento de algún miembro de la familia. Al morir, son sepultados en el panteón de su localidad y se colocan flores, agua, pinole y velas. También, se tiene la creencia de que los deudos no deben llorar al muerto, pues no sólo impiden su descanso, sino que corren el riesgo de acompañarlo en su viaje. Se piensa que cada persona tiene dos almas, una al interior y otra al exterior del cuerpo. Al morir, una de ellas va a un lugar llamado Chamet a donde se llega luego de cruzar un camino con la ayuda de los perros, pero si en vida trató mal a estos animales, se corre el riesgo de que lo ahoguen e impidan que llegue a su destino. Ése no es el único obstáculo, ya que, según la tradición, si al llegar al acceso a Chamet el alma carga con muchos pecados, puede atorarse y sufrir mucho para entrar.

Esta ceremonia dura cinco días en los que se aboga por la salvación del difunto y se construye el altar. Los dolientes cada mañana hacen la confesión por ellos y por el alma del finado. Al cuarto día matan una res y preparan comida con caldo. El último día se reparte la comida que el finado dejó, así como la herencia de los bienes y el ganado; con esto la ceremonia llega a su fin. Se cree que el muerto se manifiesta por última vez mediante las palabras de un curandero y expresa sus últimos deseos. Incluso, se piensa que revelan si alguien quería hacerles daño y los que mueren por un asesinato llegan a decir quién los mató. Según la información de Gurrola García, esta ceremonia es fundamental porque asegura que el difunto no regrese y no pueda perjudicar a sus familiares o a otra persona.

Este ritual será representado en la inauguración del altar colocado en la Plaza de Armas, hoy por la tarde, en el marco de la celebración del Día de Muertos.

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