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¿Quién contamina a quién?

GILBERTO SERNA

Bueno, el título de este artículo lo dice todo, pero no dice nada. Empecemos por el principio. El miércoles 21 de julio del año de gracia del Señor, el gobernador del Estado de Durango dijo un tanto cuanto precipitadamente, así como es él, que "los grupos delictivos en Torreón han contaminado también la Comarca Lagunera de Durango", refiriéndose a los grupos delictivos que operan en Gómez Palacio y sólo dijo esperar que el operativo produzca "detenciones importantes en grupos delictivos que operan en Torreón".

Eso dijo y de seguro se despidió muy orondo, contento de sí mismo. Esa declaración y la llamada del Presidente felicitando a su delfín por haber obtenido el "triunfo" en las pasadas elecciones a gobernador, lo traía lleno de euforia considerando que había cumplido con dejar un heredero en su silla del Palacio de Zambrano, encargado de cubrirle las espaldas, al tiempo que creía adoquinar su camino a la Grande. Ya la hice, se dijo.

Es del todo posible que en eso pensara. Sus luces parecen no ser del todo brillantes. Después habló disparatadamente al aseverar que la llegada de 200 policías federales, sólo para Coahuila y no para Durango, se convierte en un cerco que "evita que nos perjudique lo que está aconteciendo en el lado de Coahuila, en Torreón".

Ir por lana y volver trasquilado, es un antiguo refrán que hace alusión a los carneros que pretendían favores sexuales de las ovejas de rebaño ajeno. Como castigo primero se esquilaba a estos animales y luego se les expulsaba del rebaño. El carnero regresaba escarmentado y sin haber saciado su apetito carnal. Anteriormente se decía: "como el carnero encantado que fue por lana y salió trasquilado". Podría decirse tal cosa del gobernador de Durango, Ismael Hernández Deras, que con sin igual ligereza, hace unos días, afirmó que la violencia en Torreón contamina a Durango.

Se refería, sin duda, a lo ocurrido en el Juana's, en el Ferrie y últimamente de la Quinta Italia, donde fueron baleados asistentes por grupos que usaban metralletas en una paranoia hasta ahora carente de raciocinio. El sábado se conoció que la PGR investigaba a las autoridades del Cereso (reclusorio) de Gómez Palacio, deteniendo a la Directora, al Subdirector, dos Jefes de custodios y al menos 31 guardias, por la presunta salida de reos del penal para cometer asesinatos en Torreón. Los huéspedes salían de la ergástula para realizar sus fechorías, dice la PGR, usando armas que les proporcionaban los polizontes encargados de mantenerlos en chirona.

Bien, la violencia no es exclusiva de una región, de una entidad, se presenta en todo el territorio nacional. Es una tontería hablar del contagio de iracundia de una región a otra. Los malosos actúan en un lado sí y en otro también, sin ningún control, aquí y allá se transmite como una pandemia. El culpar a otros de nuestra falta de cuidado para impedir que se propagara la enfermedad delictiva, es estar en babia, ser un babieca, un atolondrado, no saber en qué mundo vivimos.

A mayor razón si la responsabilidad de los hechos alcanzan todos los niveles de gobierno. Las fuerzas de seguridad están bajo el mando del ejecutivo estatal, comprendiendo los penales distribuidos por toda la entidad. Luego hay una responsabilidad penal de quien dice preocuparle le contaminemos su medio ambiente, que no es sino una mala excusa a su molicie.

Debe darse por bien librado quien estando dentro de sus funciones la seguridad de los reclusorios, no es consignado abriéndoseles una averiguación penal previo al juicio de responsabilidad que amerita su alto rango. Bendita impunidad.

Dicen los filósofos que en boca cerrada no se ven las picaduras. Resultando que nadie contamina a nadie, porque a estas alturas todos estamos más que contaminados.

Después de saberse lo que se supo, salió con la cola entre las piernas, sin reconocer su metida de choclo, calificando a las autoridades del penal como traidoras del Estado de Derecho (¿?)

Debe haber traidores por comisión, pero también los hay por omisión. El que quebranta la fidelidad o lealtad que debe guardar a sus superiores, es un traidor. Sin embargo, no serán traidores mientras no haya una resolución judicial que lo diga. El caso es arquetipo en los anales de la traición. Se trata del capitán del ejército francés, Alfred Dreyfus, que fue condenado de alta traición para después de descubrirse quien en verdad le había pasado información a los alemanes, fue puesto en libertad estando purgando su sentencia en una prisión de la Isla del Diablo.

Creo que en el caso de los encargados del Cereso de Gómez Palacio, sin nadie que los supervisara hacían cera y pabilo, que si no ha sido por un video que fue subido a Internet, el Gobierno a cargo de Ismael Hernández Deras hubiera seguido papando moscas, acusando a Coahuila de ser la tierra prometida de la delincuencia. En fin, ya dice el refrán: el pez por su boca muere.

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