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¿Quién tiene la culpa por no embarazarse?

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¿Quién tiene la culpa por no embarazarse?

Beatriz Mejía

Regina y Josué se casaron a los 27. Durante su noviazgo planearon tener tres hijos; ambos soñaban con ser los mejores padres del mundo.

Después de la boda no quisieron esperar para buscar el anhelado primogénito. Pasaron casi tres años intentándolo, pero el deseado embarazo nunca llegó.

La relación de pareja entró en crisis. Él la rechazaba y le decía que no servía como mujer, porque no iba a darle hijos. Ella, no se sentía digna de ser amada por el hombre que eligió para estar en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad; la situación fue empeorando, a tal grado, que llegaron a mencionar la palabra divorcio.

Antes de que el problema se tornara más crítico, decidieron acudir con el especialista. El primer diagnóstico fue ansiedad y estrés conyugal. Sin embargo, el médico decidió cerciorarse y realizar exámenes al matrimonio. Saber la conclusión del doctor fue catastrófico para el par, sobre todo para Josué, que culpaba a Regina de ser la causante de no poder lograr su más grande ilusión; una ligera alteración en el semen de Josué, era el factor que impedía el embarazo del que sería su primer hijo.

En nuestra sociedad, la concepción es frecuentemente vista como la última expresión de amor entre una mujer y un hombre. Al enfatizar la importancia de la maternidad, provoca muchas veces que las mujeres infértiles se sientan como si les faltara algo, que no son suficientemente mujeres y personas.

La mujer que ha sido diagnosticada con una problemática de infertilidad, generalmente se siente culpable, por molestar a su pareja, y por decepcionar a su familia, aunque sea en un sentido completamente figurado. El coraje es uno de los sentimientos más comunes y se relaciona estrechamente con la sensación de injusticia, que pueden ser estimulados por estar en contacto con el embarazo de otra pareja, o a la presencia de bebés, dando como resultado envidia y celos, aspectos que deterioran las relaciones cercanas.

El diagnóstico

Según Sergio Caldera Rodarte, especialista en Ginecología y Obstetricia, la evaluación y el tratamiento de la infertilidad no deben ser vistos como un problema individual, exclusivo de la mujer o del hombre, debe enfatizarse como un asunto de unidad de la pareja.

La incapacidad para vivir la maternidad se debe a dos causas principales. La infertilidad es la ausencia de embarazo posterior a 12 meses de relaciones sexuales, con adecuada técnica coital, sin la utilización de algún método anticonceptivo. Actualmente, este término se aplica también a la imposibilidad de llevar a la viabilidad un embarazo, incluyendo la etapa neonatal, que son los primeros 28 días de vida fuera de la matriz.

La esterilidad, por otro lado, es la imposibilidad absoluta para embarazarse, por ejemplo, cuando no existe la formación de espermatozoides en él, o la obstrucción de las trompas uterinas de ambos lados, en ella.

Caldera Rodarte explica que: “para el correcto estudio de la infertilidad, tienen que tomarse en cuenta diversas circunstancias. En primer lugar, es imperativo el estudio integral de ambos miembros de la pareja, ya que la estadística muestra alteraciones del varón y la mujer, de prácticamente el 50 por ciento”.

Es importante señalar, que en el 30 por ciento de las ocasiones, es posible identificar problemas de fertilidad en ambos miembros de la pareja, y aún habiendo estudiado todos los factores propulsores existe, por lo menos, un cinco por ciento de casos en los cuales no es posible determinar una causa de infertilidad.

¿Por qué no?

La causa en las mujeres es multifactorial: ovárico, pélvico, cervical, inmunológicos, vaginal, coital, tubo-peritoneal, endocrino-ovárico, e infeccioso.

El factor masculino se puede encontrar alterado, en porcentajes que oscilan entre 25 y 50 por ciento de los casos. Al varón se le ha estudiado en base a dos aspectos fundamentales, dice el médico: los parámetros seminales y la disfunción sexual, sin embargo, existen muchos otros elementos de estudio, como función acrosomal, defectos geonómicos, daños por oxidantes y suplementos vitamínicos.

Así mismo, se ha visto que en parejas actuales, el estrés y la ansiedad, son un punto muy importante para desarrollar alguna enfermedad sistémica, y así, un cierto grado de dificultad para concebir.

“Personas con alguna malformación al nacer y no diagnosticada a tiempo, o usuarios de algún tipo de droga, también corren el riesgo de padecer infertilidad”.

El diagnóstico

En la actualidad, la respuesta médica hacia el problema de la infertilidad es realmente positiva, lo principal en esta situación es tener un buen diagnóstico para llevar a cabo un buen tratamiento; es posible corregir esta dificultad a través de medicamentos especiales, cirugía de mínima invasión, y hoy en día, se cuenta con Técnicas de Reproducción Asistida, con las cuales se obtienen muy buenos resultados.

Para el estudio de la esterilidad se debe realizar la historia clínica de la pareja, exploración física general, y ginecológica, determinación del Índice de Masa Corporal, estudios de sangre, pruebas complementarias, ultrasonido pélvico endovaginal, histerosalpingografía, entre otros exámenes que permiten especificar la causa.

Cuando no se presente un embarazo durante un año de relaciones sexuales frecuentes y sin ningún método anticonceptivo, es momento de visitar al especialista.

El lado emocional

No obstante el tratamiento médico, la pareja definitivamente debe considerar como factor indispensable recibir ayuda psicológica.

A pesar de que el impacto de la infertilidad puede no ser experimentado igual por los integrantes de la pareja es, ciertamente padecido, de forma conjunta. El ginecólogo describe que existen numerosos aspectos que afectan la relación, siendo la percepción individual del problema, uno de los más difíciles de manejar.

Por un lado, las mujeres tienden a ser más expresivas en sus emociones que los hombres, comúnmente se acoplan hablando de sus angustias y depresión; algunas de forma obsesiva no hablan de otra cosa que no sea en relación a la infertilidad.

El hombre se siente abrumado de ver a su pareja desesperada y con el deseo de hablar sobre el asunto constantemente, él, por su parte, siente la necesidad de contener sus emociones y la responsabilidad de ser la parte estable, fuerte; sobrellevar el papel de ser el pilar que sostiene la relación.

La mujer, en muchas ocasiones puede interpretar el silencio, la evasión, el distanciamiento de su esposo como una falta de interés y tiende a exagerar sus quejas buscando la atención, conduciéndola a un sentimiento de abandono y de resentimiento; tomando en cuenta de que se trata de un momento en el que los dos se necesitan para apoyarse, crecen separados.

La culpa también suele crear tensión en la relación de pareja si un factor orgánico es identificado en uno de ellos, esa persona siente una inmensa responsabilidad por privar al otro de la paternidad. Por otro lado, el miembro no afectado, puede sentir coraje hacia su cónyuge, al mismo tiempo que se condena por ser impaciente ante la depresión del otro.

“Las investigaciones indican que las mujeres experimentan mayores niveles de sufrimiento agudo que su pareja, en medidas globales de: ansiedad, depresión, hostilidad, disturbios cognitivos, así como en medidas de estrés y autoestima. Incluso, algunas mujeres no pueden entender la vergüenza que siente el hombre cuando asocia la potencia espermática con la masculinidad, y la degradación que reportan al ser forzados a dar una muestra de espermas para un tratamiento”.

Las opciones de construcción familiar son los tratamientos médicos, la adopción, y la familia sin hijos. Si en el proceso de evaluación de estas alternativas, dice el doctor Caldera, la pareja se encuentra confundida, con diferentes ideas del camino a seguir, y se requiere tener una visión más amplia de sus implicaciones, es benéfico el discutirlo con un profesional de la salud mental, con experiencia en infertilidad. A través de éste, se pueden explorar los sentimientos en relación a esta disyuntiva, así como las ventajas y desventajas emocionales, sociales, y familiares, que permitan la clarificación del pensamiento de la pareja, y ayude en la toma de decisiones.

Actualmente se sabe que la capacidad reproductiva de la especie humana es sumamente limitada; se tiene evidencia de que se pierde, por lo menos, uno de cada cuatro embarazos que podrían considerarse como normales. Si por otro lado, se cuentan aquellos que presentan alguna alteración conocida, la cifra se elevaría por lo menos a un 50 por ciento.

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