"Seré rico en la medida en que mis ingresos sean superiores a mis gastos, y mis gastos sean iguales a mis deseos."
Edward Gibbon
Tanto se ha dicho que el gobierno mexicano no sabe recaudar, y que ésta es la razón real de la pobreza de nuestro país, que la afirmación se ha convertido en un dogma. La información disponible sugiere, sin embargo, que el problema no radica en el gobierno federal sino en las administraciones estatales y municipales, que son las que más están aumentando su gasto, pero con pésima o nula recaudación.
Por eso preocupa el señalamiento del secretario de hacienda, Ernesto Cordero, en su comparecencia ante la Cámara de Diputados de este 27 de septiembre, en el sentido de que la deuda de las entidades federativas creció 33 por ciento al pasar de 203 mil a 270 mil millones de pesos de diciembre de 2008 a junio de 2010. Algunos estados han aumentado su pasivo en más de 100 por ciento y la ocultan contablemente gracias a que la contratan a plazos cortos para no registrarla como deuda pública.
Lo peligroso es que se sigue acentuando un sistema en el que estados y municipios esperan con la mano extendida el dinero que recauda la Federación sin hacer ellos mismos un esfuerzo por lograr una recaudación satisfactoria.
Como ya lo señalaba en este espacio el 30 de junio, en un artículo titulado "Paraíso fiscal", el Gobierno Federal mexicano obtiene, considerando los impuestos petroleros, una recaudación fiscal de 14.2 por ciento del Producto Interno Bruto. Esta cifra no dista mucho del 15.8 por ciento que recaudan los gobiernos federales y nacionales de la OCDE, el club de países ricos.
El problema no está en el Gobierno Federal. Lo que realmente hace que la recaudación en México sea muy reducida son las cuotas de seguridad social y los impuestos estatales y municipales.
Según un estudio del Sistema de Administración Tributaria (SAT) con información internacional de la OCDE, la recaudación de los gobiernos locales (estatales y municipales) en México es de apenas 1.4 por ciento del Producto Interno Bruto contra 10.8 por ciento de los países de la OCDE. Ahí radica, y no en el Gobierno Federal, la verdadera diferencia de recaudación entre México y los países prósperos. El ingreso del impuesto predial es particularmente bajo en nuestro país.
Esta situación ha generado un sistema perverso. Los gobiernos estatales y municipales exigen dinero sin preocuparse de su proveniencia. Algunos estados derivan casi la totalidad de su gasto público de transferencias federales. Los gobernadores y los presidentes municipales quieren el papel de héroes, que reparten dinero entre sus clientelas políticas, pero no el de villanos que cobran impuestos.
Uno puede aceptar que el pacto federal lleve a que las entidades más ricas contribuyan con una parte de sus ingresos al sostenimiento de las más pobres; pero no es sano para nadie que el Gobierno Federal tenga la responsabilidad de recaudar y repartir dinero, mientras que los estatales y municipales sólo tengan que pedirlo y gastarlo. Si algo demuestra la experiencia administrativa en cualquier institución o de empresa es la importancia de combinar las responsabilidades de generar ingresos y de gastarlos. Sólo así se logra un equilibrio global de las finanzas y, sobre todo, un mayor cuidado de los recursos.
Hoy que los gobiernos estatales están aumentando su deuda de manera desmedida debemos modificar el sistema antes de que produzca una nueva crisis económica. La solución radica en hacer que los gobiernos estatales y municipales tengan la responsabilidad de recaudar el dinero que gastan.
Una vez más una tragedia. Un cerro se desgaja en la sierra Mixe de Oaxaca y arrastra centenares de viviendas del poblado de Santa María Tlahuitoltepec. El exceso de lluvia produce los deslaves, pero ayudado por la deforestación y la construcción inadecuada de caminos rurales. Algunas laderas de cerros, por otra parte, son siempre peligrosas. No se debe permitir en ellas ninguna construcción.
Www.sergiosarmiento.com