La recepción de los espías deportados a Rusia ha sido fría y hasta incómoda.
Las 10 personas que se declararon culpables de actuar como agentes extranjeros en Estados Unidos, entre ellos una periodista peruana, no estaban a la vista del público ayer, al día siguiente de ser canjeados en Viena por cuatro rusos condenados por espiar para Occidente.
Los canales nacionales de televisión controlados por el Gobierno reportaron de modo conciso el intercambio, sin el patriotismo que pudo haber acompañado a una historia de este tipo. La sencillez en el tratamiento dado a la noticia podría ser en sí mismo una estrategia que refleja el deseo del Kremlin de pasar la página, ante el temor que el caso pueda perjudicar los esfuerzos por mejorar las relaciones con Washington.
Ningún canal de televisión nacional transmitió el aterrizaje del avión el viernes, aunque las agencias de noticias internacionales tenían la filmación.
Los periódicos fueron más expresivos, pero poco halagueños.
"Un éxito extraordinario en la lucha contra el espionaje mundial: rusos intercambiados por rusos", señaló el periódico izquierdista Sovietskaya Rossiya en un titular. También destacó que el canje demuestra que "un agente estadounidense tiene el mismo valor de dos agentes y medio rusos".
El ex agente de la KGB Vladimir Rubanov dijo a la versión digital del periódico Gazerta que los espías podrían ser reclutados como profesores de futuras generaciones de espías, aunque hayan obtenido poca información de utilidad y al final fueran arrestados.
"Se puede aprender de los errores", dijo.