El gobierno provisional de Kirguistán aseguró hoy que ha retomado el control de la ciudad de Osh, donde hace una semana estallaron los enfrentamientos étnicos causando 191 muertos y casi dos mil heridos, según el Ministerio de Salud de esa república.
El vicepresidente del gobierno interino, Azimbek Beknazárov, indicó en rueda de prensa que las actividades volvieron a la normalidad en Osh, aunque admitió que anoche se registraron algunos tiroteos en los suburbios de la ciudad, según la agencia rusa de noticias Novosti.
Beknazárov destacó que el gobierno provisional cuenta con suficientes fuerzas para controlar la situación en caso de que surjan nuevos enfrentamientos étnicos entre los kirguisos y la minoría uzbeka en Osh, la segunda ciudad del país con unos 200 mil habitantes.
El gobierno kirguiso ha enviado fuerzas de seguridad adicionales a las ciudades de Osh y Jalalabad, las ciudades más afectadas por la violencia étnica, para ayudar a restaurar la calma.
En cuanto a las víctimas, la vocera del Ministerio de Sanidad, Elena Bayalinova, elevó este jueves a 191 la cifra de muertos y a mil 971 heridos, de los cuales 957 permanecen hospitalizados.
Sin embargo, el número real de fallecidos por los enfrentamientos étnicos podría ser mayor, incluso superar los mil 800, casi 10 veces más que las cifras oficiales, de acuerdo con fuentes del servicio secreto de Rusia.
Según la fuente, la diferencia notable podría ser explicada por 'razones objetivas', ya que muchas familias están enterrando a sus familiares sin informar a las autoridades o porque en algunos casos familias enteras murieron en los enfrentamientos.
Este jueves, una portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) estimó que la violencia étnica en el sur de Kirguistán provocó al menos 400 mil refugiados y desplazados.
Indicó que el número de refugiados en Uzbekistán es de 'entre 75 mil y 100 mil personas, sin contar a niños.
El representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en Kirguistán, Jonathon Veitch, expresó su preocupación por la separación de miles de familias y destacó que la mayoría de los refugiados que huyeron a Uzbekistán son mujeres, niños y ancianos.
Kirguistán, con una población de 5.3 millones de habitantes, de los cuales cerca del 14 por ciento son uzbekos, vive en un clima inestable desde el pasado 7 de abril, cuando el entonces presidente Kurmanbek Bakiev fue obligado a renunciar y a huir en medio de una sangrienta rebelión.
La presidenta interina del país, Roza Otunbayeva, acusó a Bakiev de fomentar la tensión entre las comunidades para impedir que se realice un referendo constitucional el próximo 27 de junio.
El hijo menor de Bakiev, quien llegó el domingo pasado en avión privado a Reino Unido y cuya extradición reclama Kirguistán, pidió asilo político a las autoridades británicas, publicó este jueves el diario británico The Times.
Maxim Bakiev, de 32 años, a quien el gobierno interino de Kirguistán acusa de corrupción, fue detenido por la policía fronteriza a requerimiento de la Interpol.
Bakiev, quien hasta hace poco era uno de los hombres más poderosos de Kirguistán después de que su padre lo nombró al frente de la agencia responsable de la economía, huyó de su país en abril pasado tras el derrocamiento de su padre y desde entonces se desconocía su paradero.