Información. El Siglo de Torreón publicó el 24 de agosto de 1991 la tragedia ocurrida en Ciudad Lerdo.
A más de 19 años de haber ocurrido, la historia de la mujer que fuera "tragada" por la tierra aún sigue estremeciendo a los lerdenses.
Vicente García Ramírez, actual director de Protección Civil en la ciudad, recuerda los detalles del fatal accidente registrado el 23 de agosto de 1991.
En aquel tiempo, el funcionario se desempeñaba como director de Obras Públicas en la Administración del entonces presidente municipal, Luis Araujo Longoria.
Recuerda que eran las 6:30 de la mañana cuando recibió una llamada telefónica del alcalde, para informarle sobre el hundimiento que se había registrado en la colonia Emiliano Zapata.
"Llegamos al domicilio y con mucha sorpresa vimos de que se había abierto un abra de una profundidad de 10 metros, lo que alcanzamos a ver", cuenta García Ramírez.
La sorpresa fue aún mayor cuando le informaron que una mujer de nombre Consuelo Dávalos, había sido succionada con cama y ropero al abrirse la tierra. "Nos comentaron los familiares, las hijas, de que en el transcurso de la mañana habían escuchado ruidos extraños en el piso", detalla el funcionario.
De acuerdo con la versión de las hijas de Consuelo, con quien compartían la habitación, la mujer al escuchar los ruidos se levantó a ver lo que estaba pasando. "Ella se levantó por un lado de la cama y las hijas por el otro y desafortunadamente la madre cayó en esa abra que se hizo", comenta.
Las autoridades se acercaron para tratar de ver si Consuelo seguía en el enorme pozo, pero sólo observaron grava y arena.
EL RESCATE
Completamente alterados, los familiares de la mujer y los vecinos, solicitaron al presidente municipal iniciar los trabajos para rescatar su cuerpo. Atendiendo a su solicitud, se pidió el apoyo al cuerpo de Bomberos, Cruz Roja, y personal especializado de los estados de Aguascalientes y San Luis Potosí.
Pese al riesgo que representaba el sitio, debido al reblandecimiento de la tierra por el paso del río Nazas por su cauce natural, los trabajos de rescate iniciaron.
"El doctor (Luis Araujo Longoria) buscó la manera de apoyarlos en esa situación bajo la responsiva de ellos mismos", recuerda García Ramírez.
Fue entonces que se les proporcionó un trascabo y camiones para mover el material que se iba extrayendo. Se les entregó además un ademe (es un tubo de acero al carbono que se introduce dentro del pozo de agua para evitar que el suelo se desgaje y taponee nuevamente la perforación), necesario para iniciar la perforación.
"Se empezó con la excavación de un pozo paralelo a donde se había ido el cuerpo de la señora", cuenta García. Sin embargo, al llegar a una profundidad superior a los seis metros, el chofer del trascabo dijo que el ademe que se había colocado, estaba cediendo, fue entonces que se tomó la decisión de parar los trabajos, "porque ya habíamos tenido la pérdida de un ser humano y corríamos el riesgo de perder otra".
La búsqueda terminó, "se les explicó a los familiares y vecinos que era muy peligroso continuar, quedaron inconformes pero se retiraron del lugar. Ese mismo día, el ademe colocado se colapsó y ahí quedó enterrado. El pozo se rellenó con caliche", dice el funcionario municipal.
De acuerdo con la información obtenida en la hemeroteca de El Siglo de Torreón, a los 45 días de haberse registrado el hundimiento que cobrara la vida de doña Consuelo, los familiares aseguraban que el cuerpo permanecía ahí, debido a los olores que del pozo, que ya había sido tapado, emanaban.