Los hermanos Javier, Jaime, Marco Antonio, César Arturo y José Luis Rodríguez Gómez fueron objeto de un reconocimiento por parte de la coordinación deportiva del Colegio Ignacio Zaragoza de la ciudad de Saltillo, por su trayectoria de 55 años en el futbol amateur de la capital del Estado, defendiendo primero la camiseta del equipo Colón y Salazar y después como fundadores del Club de Futbol Tigres de Salazar.
El homenaje a los hermanos Rodríguez Gómez tuvo lugar el pasado 12 de septiembre en las instalaciones deportivas del Colegio Ignacio Zaragoza, en donde se dieron cita familiares, amigos y aficionados al futbol para acompañar a Javier, Jaime, Marco Antonio, César Arturo y José Luis en el acto organizado por José Luis Mellado.
El reconocimiento fue oportuno, en especial para Jaime, a quien sorprendió la muerte la madrugada del martes 14, dos días después del homenaje, falleciendo a consecuencia de una enfermedad que padecía tiempo atrás y lo tenía postrado desde hace cinco años en una silla de ruedas.
Jaime fue en vida un futbolista de sacrificio, que jugó varias posiciones, era el utility de los Tigres del Salazar, lo mismo se desempeñaba como portero, defensa central, medio volante o delantero, siempre estaba presto a cumplir con la tarea encomendada.
Un gran ser humano, que nos enseñó a jugar futbol cuando éramos niños, nunca escatimó tiempo ni esfuerzo para aconsejar y encaminarnos por un buen camino en la vida, pues le preocupaba que los del barrio de la de Salazar antes de ser buenos futbolistas fueran personas de bien, que estudiáramos una profesión por modesta que fuera.
Trabajador incansable de la planta Zincamex, en la cual laboró por varias décadas hasta lograr su jubilación. Padre de familia ejemplar, afectuoso y cariñoso con los seres que lo rodeaban y sus amigos de toda la vida.
Vagan en estas líneas el recuerdo de infancia, adolescencia y juventud que pasé al lado de los hermanos Rodríguez Gómez en el barrio de la calle de Salazar, unidos por el futbol. En su modesta casa todos éramos bien recibidos y nunca faltaba un plato en la mesa para cualquiera de nosotros.
El viejo barrio está de luto, pues uno de sus hijos predilectos se nos adelantó en el viaje que no tiene regreso. ¡Descanse en paz Jaime Rodríguez Gómez!
Hasta la próxima.
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