Mientras los mexicanos se reponen del sangriento fin de semana en donde fueron ejecutados más de cincuenta personas en distintos sucesos, los políticos arrancaron el debate sobre la propuesta de reforma política del presidente Felipe Calderón.
Los llamados "diez mandamientos de Calderón" difícilmente serán aprobados en paquete, al contrario existe la posibilidad de que los legisladores autoricen lo que les conviene y rechacen lo que les incomode como las candidaturas independientes.
Pero será crucial y muy necesario que todos los sectores de la sociedad y no sólo los partidos y sus apéndices, participen en el análisis y discusión de esta iniciativa y de otras más que seguramente se presentarán en el futuro próximo.
Decíamos hace unas semanas en este espacio que la propuesta de Calderón se quedó corta en muchos aspectos, por ejemplo en solicitar la reducción parcial de senadores y diputados cuando la ciudadanía mexicana demanda eliminar de tajo a los legisladores plurinominales.
Lo mismo ocurre en la reelección de alcaldes, jefes delegacionales y legisladores. Si se pretende premiar a los buenos funcionarios con su reelección, ¿por qué entonces no considerar también a los gobernadores y al presidente de la República?
El plan presidencial tampoco propone nuevos esquemas para fiscalizar a los servidores públicos, quienes se han convertido en México en los ciudadanos más privilegiados porque ostentan los sueldos más elevados, las mejores prestaciones, los impuestos más bajos y escasos mecanismos para revisar sus gastos.
Pero dentro de los diez mandamientos hay sin duda uno que ha captado la mayor atención y respaldo de la población mexicana.
Nos referimos a las candidaturas independientes que en caso de ser aprobadas tanto a nivel federal como en los estados, vendrían a oxigenar el ambiente político y cívico tan deteriorado en estos tiempos por los abusos de los partidos y por el clima de inseguridad que priva en México.
Según Calderón "se trata de que los ciudadanos también puedan participar como candidatos o apoyar a los candidatos de su preferencia si no les satisfacen los que postulan los partidos políticos".
Diríamos entonces que la consigna para los partidos será escoger siempre el mejor candidato o de lo contrario será la ciudadanía quien lo postule y lo lleve a la victoria electoral.
Obviamente no será fácil competir contra el aparato burocrático y la logística que han logrado formar los partidos en base a su trabajo de muchos años, pero también a los jugosos recursos que reciben del erario.
Sobre las reelecciones en puestos de elección popular consideramos que tendrán que analizarse con mucho detenimiento y no caer en la trampa de que por este simple mecanismo las administraciones públicas y los congresos serán más profesionales.
Desgraciadamente en México los políticos se las han ingeniado para pasar de un cargo a otro sin necesidad de reelección y sin que esto signifique que sean mejores. Las cúpulas de los partidos se encargan de mover y colocar a sus piezas cada tres y seis años en lo que se convierte en una verdadera danza de chapulines.
La reelección podría ocasionar que los políticos sigan en el poder con la desventaja de que ahora permanecerán el doble o triple de tiempo en sus cargos. Imagine usted a un gobernador de la estirpe de Mario Marín de Puebla, verlo reelegirse por seis años más, sin que nadie ni nada pueda detenerlo.
La propuesta presidencial parece llevar buenas intenciones, pero repetimos, se queda muy corta en varios puntos y en otros no llega al fondo de la problemática política de México. De cualquier manera resulta muy positivo que sea presentada en estos momentos cruciales para México y que sea discutida a fondo. Ya veremos si los partidos logran enriquecerla o de plano la mandan a la congeladora.
