"Aunque los libros de texto pueden ver al oro como dinero viejo, los mercados lo están usando hoy como un activo monetario alternativo hoy."
Robert Zoellick
FInalmente alguien se atrevió a decirlo en público. Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial y secretario del Tesoro de Estados Unidos de 1985 a 1988, pidió a los países del G20, que se reunirán en Corea del Sur esta semana, que impulsen la creación de "un sistema monetario cooperativo que refleje las emergentes condiciones económicas".
Este sistema debería incluir al dólar, el euro, el yen, la libra y el renminbi chino, en un sistema global con cuentas abiertas de capital. Pero "debe también considerar el empleo del oro como un punto internacional de referencia de las expectativas del mercado acerca de la inflación, la deflación y los valores futuros de las divisas".
La propuesta de Zoellick ha generado enormes críticas. El oro, después de todo, ha sido descartado como una medida moderna de valor por la mayoría de los economistas profesionales y funcionarios gubernamentales. La razón es que el sistema de dinero fiduciario, basado nada más en la confianza y no en el oro o algún otro producto de valor, permite a los gobiernos crear el circulante que se les antoje sin molestarse en recaudar recursos.
Actualmente Estados Unidos tiene un déficit de presupuesto de 11 por ciento del Producto Interno Bruto o 40 por ciento del gasto gubernamental total. Esto significa que 40 centavos de cada dólar que gasta el gobierno estadounidense simplemente no existen. En principio se supone que el gobierno no está imprimiendo el faltante sino que lo está pidiendo prestado a través de la emisión de bonos del Tesoro. Pero a pesar de que gobiernos como el de China han comprado 3.5 billones de dólares, y hasta México ha participado en el rescate con 110 mil millones de dólares, el mercado mundial ya no aguanta esta avalancha de pagarés. Por eso la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos, ha entrado al quite y está comprando 600 mil millones de dólares de bonos adicionales a los más de 1.5 billones que ya tiene en la panza. Todo para que Washington pueda seguir gastando al ritmo actual.
Si imprimir dinero fuera la forma de generar prosperidad, México, Argentina y Brasil se habrían convertido en los países más ricos del mundo en los años ochenta. La verdad es que la riqueza sólo puede construirse a través del trabajo, el ahorro y la competitividad, como lo han demostrado Alemania y Corea del Sur. Japón es un ejemplo notable. Cuando mantuvo políticas económicas sensatas, de los años cincuenta a principios de los ochenta, asombró al mundo con su crecimiento. Después quiso enfrentar una crisis financiera en los noventa aumentando el déficit de gasto y hasta la fecha mantiene su economía estancada.
Devolver al oro --o a algún otro producto de valor, como la plata o el petróleo-- el papel que tuvo en la historia de medida de valor obligaría a los gobiernos a dejar de crear dinero de manera artificial. Esto impediría a gobiernos como el de Washington actuar con la imprudencia que mostró George W. Bush hasta provocar la crisis económica de 2008-2007, un comportamiento que tristemente ha continuado Barack Obama.
Mientras no se moderen estas conductas, el dinero buscará refugio en productos de valor. Por eso el precio del petróleo del oro ha subido de 300 a 1,400 dólares la onza en la última década. Y por eso el petróleo y la plata se encuentran en niveles históricamente altos. Los inversionistas del mundo desconfían de una divisa cuyo único valor radica en el papel y en la tinta en que está impreso.
EMPRESAS UNIPERSONALES
México necesita inversiones. Es absurdo que se prohíban las empresas unipersonales. Esto no genera más que simulaciones. Pero coincido con el argumento del presidente Calderón al vetar la enmienda de ley aprobada por el Congreso. Las empresas unipersonales no tienen por qué enfrentar más requisitos burocráticos que las demás.
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