En esta época y por motivos que no vienen a cuento, suelo dar un repaso a la vida y la forma en que solemos pasar por ella.
Cada cual la vive como Dios le da a entender, pero hay cosas que, lamentablemente, uno aprende con el tiempo y por ende las ignora en su juventud.
La juventud es una llama arrebatada que puede incendiarlo todo aun sin querer y la edad adulta, es la tranquilidad y la paciencia de una llama que sirve para alumbrar el camino, pero que ya no corre el riesgo de quemar.
No obstante ello, más vale arder en una llama poderosa y atrayente, que conformarse con el leve calor de una flama. Pero todo tiene su tiempo.
Algunos somos privilegiados y la vida nos ha permitido vivir cada etapa con la intensidad que la misma requiere.
Mas nuestra sociedad nos induce al tener y poco tiempo destinamos al ser, cuando la verdadera esencia de la vida se encuentra en nuestro interior y nos pasamos los años buscando las cosas exteriores.
Sostiene Robin S. Sharma, en un texto de reflexiones diarias, que: "El éxito no se persigue: es una consecuencia. Fluye como el resultado inesperado de los esfuerzos concentrados en una causa digna".
Y sin embargo, se nos enseña que debemos ir tras el éxito como quien persigue una liebre en el campo.
No solemos proponernos causas dignas, sin que ello signifique que buscamos causas indignas, sino que las que nos proponemos tienen que ver con cosas materiales, que si bien son útiles, no tienen nada de dignidad.
En cambio, si nos proponemos una causa digna, como puede ser lograr una buena y sólida formación profesional y realizar con eficiencia y honradez nuestro trabajo, el éxito vendrá por añadidura.
"Una vez descubierta tu vocación, te emocionas. Entonces empiezas a defender algo más elevado que tú mismo". Así, como por ejemplo, cuando abrazamos la vocación de abogado, el entusiasmo es manifiesto y la emoción te lleva a abrevar en todos los textos de derecho que caen en nuestras manos, sin exclusiones.
Pero no se debe preparar uno para ser abogado, funcionario público, notario o legislador. Se debe preparar profesionalmente en la disciplina elegida y el éxito profesional viene por añadidura.
Porque abogados hay muchos, levanta uno una piedra y salen cientos debajo de ella. Pero buenos abogados, preparados, con verdadera vocación, que amen el derecho y lo honren, no hay muchos.
Decía Thomas A. Edison que: "El genio es un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de sudor".
Hay que trabajar con ahínco, estudiar a conciencia, sudar hasta comprender el sentido de nuestra profesión, dominar las instituciones hasta manejarlas con soltura. Confrontar nuestras ideas una y otra vez para fortificarlas. Si encontramos a alguien que las destruya, agradezcámosle el aprendizaje, porque nos habrá sacado de un error.
No tengamos miedo a que nos destrocen el templo en que vivimos, porque si sus paredes caen, podremos admirar más fácilmente las estrellas y lo infinito del universo. "Una de las mejores lecciones para disfrutar de una vida plenamente satisfactoria es abandonar una vida dedicada a perseguir el éxito y empezar a vivir otra dedicada a descubrir su sentido".
¿Qué sentido tiene nuestra vida? ¿Tiene en realidad un sentido? ¿O sólo vamos por ella sobreviviendo?
Nuestra vida tiene que tener un sentido. De otra manera no habrá valido la pena vivirla. Nos entregamos a tantas cosas que no tiene sentido que para cuando nos damos cuenta de ello es difícil rectificar.
Más nos vale, entonces, que desde temprana edad, ubiquemos ese sentido y marchemos en pos de él con verdadero amor y entusiasmo. La vida es muy corta como para desperdiciarla odiando a la gente, envidiándola o quejándonos de lo que no tenemos, que al fin y al cabo son sólo cosas materiales. En ese sentido, la vida debe ser amor hacia todos nuestros semejantes y lo que nos rodea.
El amor, es una fuerza impresionante que nos revitaliza y le da sentido a nuestras vidas.
Y el amor, es a la vez, una fuerza impresionante que nos lleva a hacer el bien.
Por eso se afirma que: "La felicidad no es un lugar al que llegas, sino un estado que creas".
Sin embargo, tenemos que admitir que crecemos rodeados de miedos, miedos heredados, miedos inducidos y todo ese miedo nos paraliza y nos impide ser felices. Venzamos los miedos y dejemos atrás las etiquetas que nos han colgado otros. Vivamos para nosotros, porque darle gusto a toda la gente es imposible.
Si no nos alejamos de lo conocido, nunca llegaremos a conocer lugares maravillosos. Ese fue el éxito de aventureros como Colón o Marco Polo, que se adentraron en lo desconocido y encontraron otras playas, lugares exóticos y hermosos hasta esos entonces desconocidos para todos los que se quedaron en la comodidad de sus hogares. En ese sentido, vale recordar que: "El coraje no es la ausencia de temor, sino la voluntad de superarlo para perseguir una meta que es importante para ti".
Fijémonos metas, sin importar cuántos escollos pueda haber en el camino. ¿Que llagamos a un pantano?, no importa, ya saldremos de él. Pero si permanecemos inactivos, nos quedaremos siempre con la duda de qué habría del otro lado.
Einstein decía que: "La imaginación es más importante que el conocimiento". Imaginemos entonces cosas hermosas en nuestras vidas y éstas llegarán a nosotros como por arte de magia.
Practiquemos pues lo que se llama la "visualización creativa", para que podamos arribar a esos estadios de felicidad que soñamos un día.
Es verdad que la vida nos lleva y nos trae; pero también lo es que nosotros podemos dirigirla y encauzarla hacia donde deseamos.
Seamos, como decía el poeta, "los arquitectos de nuestro propio destino"; y no dejemos que ese destino lo manejen otros.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".