Ricardo Rubín, murió el pasado 14 de enero, yo lo conocí sólo por su editorial en El Siglo de Torreón, por este medio me enteré del deceso en una nota a su memoria este cinco de febrero al leer su columna A CIEN POR HORA.
Hace algunos años leí por primera vez a Ricardo Rubín, su estilo ameno y sencillo al describir anécdotas de artistas, deportistas y personajes conocidos en general, sus comentarios sobre modas, viajes, horóscopos y consejas se convirtieron en lectura cotidiana y de comentarios con familia y amigos.
CURVA PELIGROSA.- Entendiendo que la lectura es una serie de símbolos que unen a dos cerebros a través del tiempo y del espacio. De alguna manera lo percibía, cuando barmans de bares en Nueva York y Londres principalmente, le confesaban sus secretos en preparación de bebidas y botanas propias del lugar.
RECTA FINAL.- Conseja rumana: Si el viejo no lleva adentro a un joven, no es más que uno de los ángeles del demonio. Su manera de ver la vida siempre juvenil, no dejaba ver sus 80 años de edad, al describir el regreso de la minifalda como nueva moda de verano en Londres dejaba en mí una imagen de una muchacha algo flaca y paliducha pero de belleza extrema vestida en una sesentera minifalda y calzada con botas de tacón alto.
META.- Llegaste a la meta mi buen Ricardo, sólo unas últimas palabras; ante la muerte, una tumba, en la tumba una lápida y en la lápida un epitafio:
Aquí yace Ricardo Rubín
Que vivió, compartió
Y sembró en otros,
El gusto por la vida.