"El gobierno no resuelve los problemas: los subsidia."
Ronald Reagan
Los sindicatos han empezado a ejercer presión al gobierno con manifestaciones para pedir un rescate gubernamental de Mexicana de Aviación. Algunos políticos se están uniendo al coro. Sin embargo, éste sería el peor error que pudiera cometer el gobierno.
Los rescates de empresas perjudican a los consumidores. La Comisión Federal de Competencia (Cofeco) señala en una presentación pública que, a pesar de los constantes rescates de Aeroméxico y Mexicana, México registra un uso muy bajo del servicio de la aviación comercial.
En 2008 el número de pasajeros del transporte aéreo en nuestro país equivalía a 17.7 por ciento de la población. Australia, en cambio, alcanzaba 240.2 por ciento, Estados Unidos 230.8 y Canadá 161.3. España, muy pequeña en extensión en comparación con México, tenía un índice de 121.2 por ciento.
México, de hecho, queda muy atrás en el indicador de pasajeros por población que países con un nivel de desarrollo similar o inferior. Chile tiene 47.7 por ciento, Brasil 30.6, Colombia 27.4, Sudáfrica 27 y Rusia 26.7. En México no hay un exceso de oferta, sino más bien un servicio caro que obliga a mucha gente a abstenerse de usar el avión.
Si consideramos que algunas personas viajan constantemente, el número real de pasajeros en México es de alrededor del 5 por ciento de la población. Se trata del 5 por ciento más rico. Utilizar dinero del erario para rescatar a una aerolínea equivale así a subsidiar a los ricos. Tendría más sentido social rescatar a empresas de autobuses, aunque éstas sí son rentables, quizá porque los gobiernos no se han metido en su negocio.
La apertura del mercado mexicano a nuevas empresas de bajo costo a partir de 2005 ha llevado a la desaparición de varias aerolíneas tradicionales. Mexicana es la última víctima de una epidemia que ha acabado, por razones distintas, también con Aviacsa y Aerocalifornia.
Sin embargo, el sonado cierre de aerolíneas no ha significado una disminución en el número de usuarios de la aviación comercial. En 2005, cuando se permitió el ingreso al mercado nacional de las aerolíneas de bajo costo, México tenía alrededor de 20 millones de pasajeros al año. Hoy, a pesar de los altos costos de la turbosina, la debilidad de la economía y los efectos de la influenza en 2009, está registrando 25 millones de pasajeros anuales.
Mexicana de Aviación difícilmente se levantará de la lona sin un rescate gubernamental. Debe mucho y su contrato colectivo es muy caro en comparación con las nuevas firmas de aviación, como Interjet, Volaris y Viva Aerobús. Pero la solución no radica en regresar al pasado y crear una "política aeronáutica" que proteja a las empresas viejas e ineficientes. Debemos, por el contrario, promover una mayor competencia.
Si queremos realmente beneficiar a los consumidores, debemos eliminar las restricciones a la inversión extranjera en la industria, establecer un esquema competitivo de acceso a los codiciados slots del aeropuerto de la Ciudad de México y eliminar los monopolios que aún conserva Aeropuertos y Servicios Auxiliares. Una mayor apertura a la operación de líneas extranjeras sería también un potente impulso a la competencia.
El problema es que los sindicatos y muchos políticos buscan exactamente lo contrario: proteger a las empresas ya existentes para que éstas cobren más. Quieren, al parecer, que la mayoría de los mexicanos siga viajando en autobús.
Cuando este domingo 24 de octubre por la mañana escribía mi artículo publicado ayer, "Matanzas", no me imaginaba que después de enviarlo se registraría todavía otra masacre, en esta ocasión en Tijuana, con 13 muertos en un centro de rehabilitación. Por si fuera poco, ayer también una mujer y sus dos hijos, de 14 y 18 años, fueron acribillados en Saltillo al parecer por la Policía de Coahuila y a pesar de que uno de los policías advirtió a sus compañeros que eran civiles.