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Residentes de Ciudad Mier huyen de la violencia y no regresan

El gobierno, tanto a nivel nacional como estatal, dice que la situación está controlada y que la gente está volviendo. (AP)

El gobierno, tanto a nivel nacional como estatal, dice que la situación está controlada y que la gente está volviendo. (AP)

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Cartuchos de balas cubren la carretera junto a un complejo habitacional en las afueras de este pueblo colonial de la frontera con Estados Unidos, abandonado por la mayoría de sus 6,000 habitantes tras nueve meses de combates entre traficantes de drogas.

Nadie vive en las 65 casitas blancas ubicadas frente a la ciudad estadounidense de Roma, Texas, con excepción de algunos animales que fueron abandonados por sus dueños y que vagabundean por el complejo Casas Geo. Igual que el 90% de los habitantes de Mier, sus residentes se fueron al refugio de la vecina ciudad de Miguel Alemán, el primer albergue que funciona en México para personas desplazadas por la violencia del narcotráfico.

Si bien abundan las ciudades de la frontera en las que sus residentes se van para escaparle a la violencia, Ciudad Mier es el ejemplo más dramático de la creciente ferocidad de la guerra entre los carteles y de la incapacidad del gobierno para ponerle freno.

El gobierno, tanto a nivel nacional como estatal, dice que la situación está controlada y que la gente está volviendo. Pero eso no fue lo que vieron periodistas de la AP que visitaron el pueblo.

Incluso durante el día soldados del ejército patrullan el pueblo nerviosamente. Frente a un puesto militar atacado la semana pasada hay un vehículo lleno de balas. En la acción murieron cuatro soldados, aunque el ejército no admite oficialmente que hubo tal atentado.

Un individuo que se identificó tan solo como Rogelio, de 72 años, quien regresó al país luego de trabajar por años como jardinero en Milwaukee y Chicago, tiene una pregunta para ellos:

"¿Dónde estaban hace nueve meses?".

El anciano, quien no quiso dar su nombre completo por temor a represalias, dice que casi todo el mundo en el pueblo tiene un pariente secuestrado por las pandillas. "Son nueve meses con balaceras casi todas las noches. ¿Por qué nos dejaran solos?".

En el pueblo quedan unas 400 personas. La mayoría se fueron a Texas o a otras ciudades mexicanas. Unas 300 se encuentran en el Club Leones de la vecina Ciudad Miguel Alemán, el cual funciona de refugio, y no piensan volver pese a que ese sitio tampoco es demasiado seguro. La semana previa hubo un tiroteo a una cuadra.

Al ser interrogada, la gente habla en voz baja, por temor a ser escuchada por soplones. Un joven con muchos tatuajes, una gorra de béisbol y cadenas de oro le pregunta al periodista qué hace allí, a quién ha entrevistado.

Gabi, una estudiante de 18 años, cuenta en tono casi inaudible que elementos de algún cartel dejaron un hombre colgando del cuello en una palma en la plaza de Ciudad Mier hace poco.

"Le habían cortado las manos y las piernas, y tenía la cabeza envuelta en cinta", expresó.

La mitad de las casas de Ciudad Mier tienen destrozos causados por proyectiles. Las viviendas del complejo Casas Geo parecen suspendidas en el tiempo. La mayor parte de los residentes escaparon durante el verano boreal y para noviembre no quedaba casi nadie. En muchas se ven armarios sobre las ventanas, con los que los residentes esperaban frenar las balas.

En una pared alguien pintó "CDG", en alusión al Cartel del Golfo.

En un terreno hay cabezas de ganado abandonado.

Decenas de hacendados fueron secuestrados y asesinados por los carteles desde que estalló la guerra entre los Zetas y el Cartel del Golfo en febrero, cuando elementos del Cartel del Golfo trataron de apoderarse nuevamente del pueblo, que había caído en manos de los Zetas. Ambos carteles lo quieren porque es un punto importante en la ruta que se usa para ingresar drogas de contrabando a Estados Unidos.

La poca gente que se ve casi siempre regresa brevemente para recoger algunas pertenencias. "No pienso regresar. Seguramente pasarán uno o dos años", expresó un individuo que estaba con su esposa.

Probablemente pase más tiempo. Los Zetas lanzaron una nueva ofensiva el 5 de noviembre, matando al líder del Cartel del Golfo Ezequiel Cárdenas, o "Tony Tormenta".

Algunos no pierden la esperanza de que sus seres queridos estén vivos.

"Cuando salió mi papá, dijo 'ahorita voy y vengo, m'hija, voy al rancho a cortar leña y traer unos rieles' que había dejado allí. Nunca regresó", manifestó una mujer de mediana edad en el Club Leones.

María Isabelle, de 42 años, se fue un día del refugio y no se han vuelto a tener noticias de ella.

"Pasó una camioneta, y dijeron 'levanten a esa mujer''', relató su madre, María de la Luz, de 59 años.

En Casas Geo, un comerciante muestra un barril de cinco galones (20 litros) lleno de cartuchos de balas que ha ido recogiendo.

Poco más allá, en la misma calle, el dueño de un restaurante muestra su propia colección de cartuchos.

Lo que tal vez asuste más a los soldados es los cinco vehículos quemados en el patio del puesto policial. Son camionetas blindadas, reforzadas con paneles de acero, usadas por los traficantes, que tienen pequeñas aberturas por las que los pandilleros disparan sus armas. Parece una escena de las películas "Mad Max".

Más inquietante todavía es una especie de tanque que los lugareños llaman el "Monstruo".

Se trata de un camión de diez ruedas reforzado por todos lados, desde el cual diez personas podían disparar sus armas. Pertenecía a los Zetas.

Increíblemente, la gente del Cartel del Golfo logró destruirlo con un furioso ataque el 23 de febrero del 2010.

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Escrito en: inseguridad ciudad mier

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