A Dministrar un área natural protegida no es una tarea sencilla, y más difícil resulta cuando se debe interactuar con diversos actores sociales e institucionales que no siempre comparten los objetivos de conservar sus ecosistemas y la biodiversidad que albergan, sino que es común carezcan de los valores culturales y ambientales que les permitan comprender y dimensionar esta cuestión, o que simplemente ni siquiera les interese. En el caso de Jimulco, esta tarea se ha complicado no sólo por dicha interacción, sino también porque desde su declaración se contempló promoverla a través de un modelo de gestión que facilitara la participación de los actores locales, las comunidades del área, pero también de otros foráneos que inciden en ella.
De esa manera, diseñar, proponer, convencer y operar un modelo de gestión de estas características implica un enorme esfuerzo de concertación y colaboración entre esta diversidad de actores, en gran parte disímbolos en sus propósitos y formas de actuar. El modelo propuesto y aplicado en Jimulco, en esencia se basa en un esquema de integración de ejidos y grupos de personas que se involucren en la gestión del área desde sus comunidades, que al interactuar entre sí formen una malla de redes sociales comunitarias por intereses y actividades afines, las cuales concurran a instancias de concertación y colaboración entre ellos y las personas, entidades de gobierno, universidades, grupos civiles, empresas u organismos empresariales a las cuales se denominan comisiones de trabajo.
Estas estructuras de concertación comunitaria no sólo se embonan en las comunidades del área, sino fuera de éstas participando en una estructura ciudadano-institucional más amplia a la cual se ha denominado Fundación Jimulco, con la pretensión de ciudadanizar la gestión del espacio protegido. Ciertamente, un proceso como éste resulta complicado de por sí y difícilmente se concreta en poco tiempo, por la incomprensión o el rechazo al mismo por los actores intermitentes o permanentes que inciden en las comunidades del área, puede incluso volverlo inviable, por mucho que se soporte en una visión que recoge las directrices internacionales y nacionales de las nuevas tendencias del desarrollo sostenible, y pretende aplicarlas en un espacio protegido local.
De esa manera, más que considerar el modelo en sí, lo rescatable es el ejercicio colectivo que reúne un esfuerzo conjunto, por modesto que sea, y que ha dado algunos resultados rescatables. Durante 40 meses, la ONG Biodesert administró la Reserva Ecológica de Jimulco, para lo cual le asignaron 3.5 millones de pesos (mdp), a razón de 1.2 mdp anuales (70% aplicados en salarios de 5 profesionistas y una secretaria, que indirectamente formaron parte de la nómina de los 3,000 empleados que tiene el municipio, 11% para transporte y alimentación, 12% para administración y difusión, y 8% para acondicionamiento de espacios de trabajo en las comunidades y equipamientos adquiridos en comodato con el municipio), cantidad que se ha sobredimensionado pero que corresponde al 0.1% del presupuesto anual del municipio que atiende menos del 1.0% de su población y el 45% del territorio municipal.
Durante ese tiempo, Biodesert facilitó la gestión de recursos por medio de los representantes de los ejidos y grupos ejidales y de mujeres, para obtener apoyos por 6.27 mdp, de los cuales 5.66 mdp se aplicaron directamente con los beneficiarios y 502 mil pesos por gestión de la administración de la reserva. Con los recursos que recibió la ONG, que no fueron entregados oportunamente y en medio de peripecias marcadas por controversias con el personal empleado que violentaron situaciones de la gestión del área, falta de colaboración de algunas oficinas de Gobierno, particularmente las municipales que promueven el desarrollo económico, se implementaron Programas Operativos Anuales (POA→ s) mediante los cuales se promovieron proyectos de educación ambiental como el de manejo de residuos sólidos la participación de grupos de mujeres que formaron una importante red de voluntarias, y de difusión de valores e implementación de acciones que involucraron docentes a través de una red de educadores ambientales y clubes ecológicos de escolares.
También se operaron proyectos de equidad de género, facilitando la participación de mujeres que formaron grupos de promotoras de género y gestión de biodiversidad, que recibieron apoyo de Indesol, y proyectos que posibilitarán desarrollar actividades productivas y generar empleo a grupos de mujeres apoyadas por Semarnat. Ambos programas se han operado en coordinación y con apoyo de oficinas de Gobierno, universidades, grupos civiles y empresas privadas, con un enfoque de sustentabilidad y transversalidad, y a pesar de que se instalan apenas hace año y medio han generado expectativas favorables entre estos grupos de mujeres en varias comunidades.
En materia forestal es donde se han obtenido mayores apoyos en proyectos que canalizan recursos directos a la población, los cuales han generado empleo y apoyan la conservación del área, en gran parte otorgados por oficinas federales como la Semarnat y Conafor, estatales como la Semac y el mismo municipio. Destaca en esta área la gestión que se viene haciendo para que varios núcleos ejidales reciban apoyos para el pago de servicios ambientales que permitan proteger y conservar los ecosistemas del área natural protegida.
Así mismo, continúan los esfuerzos de trabajo en fase de diagnóstico con otros segmentos de la población como los caprinocultores, o la identificación de la biodiversidad del área cuyos registros indican la presencia de más de 600 especies de flora y fauna, la mayor parte en buen estado de conservación, de los cuales un 10% es de endemismos, elevando con ello los valores ambientales de esta Reserva Ecológica
Tales logros, modestos aún, pero importantes porque promueven el desarrollo de capacidades de la población de las comunidades del área, amén de los recursos aplicados, son parte de los procesos a los que hay que dar continuidad en beneficio de la conservación, de la población local y de todos nosotros que también lo compartimos, puesto que la salud de esos ecosistemas es parte de la salud de la población que reside en esta región.