Colocado, en la lotería de las circunstancias, como el único funcionario con opción de interlocución, el entonces director general de ProMéxico convocó al asombro a la concurrencia: En sus tres años de operación el organismo ha detectado cuatro mil 200 proyectos de inversión en el país.
De concretarse, pues, la tercera parte de ellos, México recibiría la catarata de inversión extranjera más allá de su historia. Casi el paraíso, en el escenario del infierno de la inseguridad, la caída de imagen del país, y el cuesta abajo en la rodada de la competitividad.
ProMéxico, pues, cumple con creces su misión.
El gozo, empero, se caería al pozo a la hora de las preguntas. Hete aquí que de pronto alguno de los asistentes le preguntó al funcionario sobre la fórmula mágica para captar los proyectos.
La respuesta se ilustró con un ejemplo: Supongamos que ProMéxico detecta que Alemania está exportando tornillos a los Estados Unidos. Bien, pues nos acercamos al fabricante y le decimos que nuestro país puede ayudar a participar más activamente en el mercado... si fabrica los productos aquí, dado el acceso preferencial hacia el país del norte.
Así de simple. Así de fácil.
El problema, ¡válgame Dios! es que Ferrari erró totalmente en el blanco. México no tiene habilidad alguna para fabricar tornillos. De hecho, es un importador neto no sólo de éstos, sino de pernos, tuercas y demás etcéteras.
Para no ir lejos, durante el periodo 1995-2009 la compra de ese tipo de productos del exterior se incrementó en 785 millones de dólares, al pasar de 431 a mil 212 millones.
Peor aún, el principal proveedor de tornillos a nuestro país es justamente Estados Unidos, con una facturación de 670 millones de dólares, seguido de Taiwán, con 134; China, con 110; Japón y Alemania con 71; Canadá con 91; Corea del Sur con 20; Italia 17, y Francia 11...
El aplauso esperado, pues, se convirtió en silencio espeso. La oportunidad del hoy flamante secretario de Economía para lucirse era única, dado el malestar de los asistentes al seminario "México: Retos Económicos en el año de su Bicentenario", organizado por el Consejo de las Américas, el Consejo Mexicano de Comercio Exterior y el propio ProMéxico, ante el desaire del resto de los oradores oficiales.
De entrada, el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, había llegado 10 minutos tarde al evento, por lo que no aceptó preguntas, "debido a sus múltiples responsabilidades". A su vez, el entonces secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, no consideró de su altura el Seminario, por lo que envió al subsecretario Felipe Duarte... quien tampoco aceptó preguntas.
Y si le seguimos, tampoco quiso dialogar con el público el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero.
Ferrari, pues, tenía la mesa puesta ese 25 de mayo.
Se diría, pues, que el principal reto en su nueva encomienda es demostrar que realmente sabe tanto de comercio exterior como de teología, derecho canónigo y vida y milagros... además de travesuras de los Legionarios de Cristo.
Ahora que, en paralelo, deberá mostrar que eran infundadas las acusaciones de corrupción que se lanzaron desde dentro del organismo promotor de inversiones y comercio exterior, cuyo esquema y nombre se calcó del ProChile del país andino.
Las denuncias de favoritismo en el otorgamiento de contratos; de despilfarro, y de pésima planeación en ferias internacionales en que participó México, están en la Secretaría de la Función Pública. Por lo pronto, el funcionario enfrenta la presión de los industriales frente a la inaudita concesión otorgada por el Gobierno de México a Estados Unidos, que le permite paso franco en el terreno de verificación y certificación de la calidad de las mercancías procedentes de allende el Bravo.
Naturalmente, a la hora de la reciprocidad no habría trato igual para las mercancías mexicanas.
Más allá, la dependencia deberá convocar a los 17 gremios, con énfasis en calzado, que se han rehusado a ser parte de la negociación en un eventual Tratado de Libre Comercio con Brasil.
Y a ver cuál será la estrategia de México frente a la posibilidad de firmar otros tantos acuerdos con Perú, Corea del Sur y China.
Y si le seguimos, cuál será el proyecto para recuperar la posición en el entorno global que tenía México como potencia exportadora en el año 2000; para evitar la mortandad de empresas exportadoras; para diseñar una política industrial; para recuperar los millones de empleos perdidos durante los sexenios panistas...
Por lo pronto, Ferrari debe colocar los tornillos en su lugar.
Finalmente hay una luz en el pleito entre los accionistas mexicanos y españoles del Grupo Aeroportuario del Pacífico: el juez Décimo Quinto de lo Civil dictó una medida cautelar que permite restituir en la presidencia del Consejo de Administración a Laura Díaz Barroso Azcárraga, al considerar que se habían violado sus derechos corporativos y societarios.
Como usted sabe, en una maniobra ejercitada por las firmas hispanas AENA y Abertis, se había designado para el cargo a Demetrio Ullastres. La medida permite también el ingreso al Consejo de Alfonso Pasquel Bárcenas, Sergio Paliza y Henry Davis, en calidad de independientes.
Sin embargo, falta aún atender el problema de fondo planteado por la Corporación Mexicana de Aeropuertos, es decir la violación a la ley que representa el que AENA sea propiedad del gobierno español.
En este caso la resolución debe asumirla la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
IMPASSE EN EL CUBO
Veinte días después de estallada una huelga en la mina conocida como El Cubo, propiedad de la empresa canadiense Gammon Gold, la Secretaría del Trabajo no ha propiciado el diálogo entre las partes para llegar a una resolución justa.
Como usted sabe, los trabajadores reclaman frente a una sequía total en materia de reparto de utilidades, en paralelo a la exigencia de la empresa de aumentar las horas de jornada.
Esta, a su vez, despidió a 272 trabajadores, a quienes acusa de rebeldía.
El caso es que a contrapelo de las banderas rojinegras, la mina sigue trabajando a medio gas al contratarse a 70 esquiroles.
ARDID DE ASPE
Aunque en el papel Volaris perdió al no atender la oferta de 300 millones de dólares que le planteaba Interjet por el 100 por ciento de sus acciones, en realidad el precio pagado por las acciones que mantenían dos de sus socios, es decir Televisa, bajo la careta de Corporativo Vasco de Quiroga, y la Sociedad de Inversión de Capitales Inbursa del magnate Carlos Slim, fue mayor en proporción.
Estamos hablando de 88 millones de dólares por cada uno de los paquetes, o si lo prefiere 176 millones por la mitad del capital.
El gran obstáculo para que el resto de los socios asumiera los proyectos en venta era la Ley de Inversiones Extranjeras.
Sin embargo, el problema se allanó al ubicarse un paquete de control en el que agrandaron su participación el propio presidente de la compañía, Pedro Aspe; Emilio Diez Barroso Azcárraga, Ignacio Guerra y María Cristina Kriete, hermana del dueño de Transportes Aéreos Centroamericanos... nacida en México.
