El 4 de julio de 2010 la ciudadanía gomezpalatina tendrá la oportunidad de acudir a las urnas para elegir a la persona que encabezará el Ayuntamiento durante el trienio 2010-2013. La contienda queda entre dos candidatos, quienes se encuentran en campaña desde hace tres semanas. Momento oportuno es éste, pues, para revisar quiénes son los aspirantes y cuáles sus ventajas y desventajas.
Por la coalición "Durango va primero", formada por los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Verde Ecologista de México (PVEM), Duranguense (PD) y Nueva Alianza (Panal), busca la presidencia municipal María del Rocío Rebollo Mendoza.
Por la coalición "Durango nos une", integrada por los partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Convergencia, aspira a ser alcalde Augusto Ávalos Longoria.
Ambos candidatos, relativamente jóvenes, representan caras no tan nuevas en la política, aunque su experiencia en la administración pública es limitada.
Rocío Rebollo, de 44 años de edad, viene de una familia de raigambre priista. Es hija del dos veces alcalde de Gómez Palacio, José Rebollo Acosta, y hermana del actual diputado federal Ricardo Rebollo Mendoza. Estudió la carrera de Ciencias de la Información en el ISCYTAC (hoy Universidad La Salle). Los cargos más importantes que ha ocupado en la administración pública son: síndica municipal en el trienio de Octaviano Rendón Arce; subsecretaria de Gobierno del Estado de Durango para la Región Laguna, y secretaria estatal de Desarrollo Social, durante la actual gestión de Ismael Hernández.
Aunque esta trayectoria es en realidad corta, supera a la de Augusto Ávalos, quien, con 41 años de edad, únicamente ha trabajado en cargos públicos menores, siempre relacionados con su profesión, la de ingeniero civil, que cursó en el Tecnológico de Monterrey. Y es que el perfil de Ávalos había sido netamente empresarial hasta hace tres años, cuando compitió contra el hermano de Rocío, Ricardo, en la elección para la alcaldía, la cual perdió por una diferencia de 8 mil votos aproximadamente.
Sin embargo, la aspirante de la coalición que encabeza el PRI muestra algunas debilidades que podrían ponerla en aprietos. La primera de ellas, sin duda, es el estar inevitablemente relacionada con la imagen de su hermano, quien ha sido blanco de duras críticas por haber abandonado la presidencia municipal a la mitad de su mandato y dejar inconclusos varios planes y proyectos importantes, para brincar tras la diputación federal con miras a convertirse en candidato a la gubernatura de Durango, lo cual a fin de cuentas no consiguió.
La actual administración, continuada por Mario Calderón Cigarroa, ha dejado un muy mal sabor de boca en un sector de la ciudadanía gomezpalatina debido a las altas expectativas creadas al inicio y que acabaron en promesas incumplidas. La propia Rocío Rebollo sabe que esta realidad significa un lastre para su campaña, por eso ha hecho lo posible por matizar el vínculo familiar, al grado de que en su video de semblanza en su página web ninguna mención se hace de su hermano.
Otro punto en contra para la candidata es la imagen de su propio partido, el cual ha gobernado desde hace décadas al estado de Durango y al municipio de Gómez Palacio sin lograr que ni uno ni otro alcancen un nivel de desarrollo que los haga superar el rezago, en todos los aspectos, que los caracteriza. Las voces que piden un cambio en la entidad y la ciudad se han venido multiplicando.
No obstante, Rocío Rebollo muestra fortalezas que pueden revertir las desventajas arriba mencionadas. Más allá de su trayectoria y del carisma que posee, su principal activo es el aparato corporativista que la respalda; el mismo aparato que le ha dado al PRI un control político casi absoluto en todo el estado. En caso de que la maquinaria tricolor funcione tal y como siempre lo ha hecho durante los días previos a la elección y el mismo 4 de julio, Rocío no tendría nada de qué preocuparse. El tradicional acarreo de votantes puede darle el triunfo.
Contrarrestar lo anterior es la dura labor que tiene frente a sí Augusto Ávalos, quien, por su parte, también presenta algunas debilidades. La principal, además de su inexperiencia política, es la cuestionada coalición que lo impulsa. El PAN y el PRD son partidos que siempre se han mostrado antagónicos. Incluso, el partido del sol azteca llegó a desconocer al presidente de la República, Felipe Calderón, salido de las filas blanquiazules. Por eso la unión de ambos emblemas bajo una misma candidatura resulta insólita y despierta desconfianza, no sólo en los militantes más duros, sino también en los electores indecisos. En caso de ganar la coalición "Durango nos une", ¿cómo gobernaría?; esa pregunta se la hacen no pocas personas.
Pero Augusto se enfrenta a este enorme desafío con la ventaja de gozar de una imagen más "limpia" y fresca que la de su contrincante, frente a quien resulta más factible otorgar el beneficio de la duda. Si el aspirante panista quiere en realidad dar la pelea en la elección, debe canalizar el descontento que existe en ese creciente sector de la ciudadanía que ya está harto de ver cómo su ciudad no progresa al ritmo que exigen estos tiempos. Lograr penetrar con su discurso y ganarse la confianza de los votantes apartidistas, son sus retos principales en la campaña. ¿Podrá hacerlo? El 4 de julio lo sabremos.