Robert Bosch
Como es su costumbre, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos dio a conocer en sábado el aumento para el 2011. Al parecer los integrantes de esa Comisión tienen tanta vergüenza de sus decisiones que prefieren revelarlas en fin de semana para no llamar la atención del público. El incremento en esta ocasión fue de 4.1 por ciento.
El salario mínimo de la zona A, que incluye las ciudades más caras del país, pasó de 57.46 a 58.82 pesos al día. Este aumento, de 1.36 pesos diarios, fue objeto de inmediatos cuestionamientos por políticos y líderes sindicales. Benito Mirón, secretario de trabajo del gobierno del Distrito Federal, lo calificó de ridículo.
El nuevo salario mínimo equivale a 1,764.60 pesos al mes. Y, efectivamente, nadie puede ganarse la vida con un ingreso así. La gran pregunta es cuánta gente realmente lo recibe.
En los años sesenta y setenta un porcentaje significativo de la fuerza trabajadora del país recibía el salario mínimo. Las trabajadores domésticas y los peones de la construcción obtenían incluso montos inferiores. Hoy ni siquiera los oficios más humildes pagan el mínimo. Los únicos trabajadores que conozco que tienen formalmente un salario mínimo son meseros que reciben propinas por su trabajo, las cuales son, de hecho, la parte más importante de su remuneración.
El salario medio de cotización de los trabajadores afiliados al IMSS era, en octubre de este año, de 253.21 pesos al día -- 7,596.30 pesos al mes--, cuatro veces más que el salario mínimo. De los afiliados al IMSS, los trabajadores del campo son los que obtienen un menor salario medio, pero aun ellos duplican el mínimo. Los trabajadores de la construcción casi lo triplican. Los mineros tienen ingresos de cinco veces el mínimo, mientras que los trabajadores de la industria eléctrica, que se benefician de tener empleo en un monopolio gubernamental, superan en nueve veces el mínimo.
La demanda de algunos políticos para aumentar de manera automática el salario mínimo revela o ignorancia económica o simple oportunismo político. La verdad es que la enorme mayoría de los trabajadores no se verían beneficiados por un mayor incremento del salario mínimo, porque ganan más que él. En cambio sí se beneficiarían de un entorno macroeconómico estable que les permita gozar de incrementos reales en su ingreso sin que éste sea deteriorado por la inflación.
Como no todos podemos trabajar en monopolios gubernamentales, que compensen los aumentos de sus salarios con altos cobros a los consumidores o subsidios de los contribuyentes, la única forma de elevar el salario real es a través de la productividad. Alemania, por ejemplo, tiene salarios que se encuentran entre los más altos del mundo pese a que es una potencia exportadora. Esto sólo es posible por la gran productividad de sus empresas.
Para los políticos mexicanos, sin embargo, es mucho más fácil exigir aumentos fuertes en el salario mínimo que emprender el largo camino de aumentar la productividad para elevar los ingresos de forma sostenible. Para los políticos mexicanos el horizonte de mayor plazo que pueden concebir es el de la siguiente elección. Ésa es una de las razones por las que Alemania es un país rico y el nuestro sigue sumido en la pobreza.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha fallado una vez más contra México al determinar que Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera, los llamados campesinos ecologistas, sufrieron violaciones a sus derechos humanos al ser detenidos por supuesta siembra de marihuana. La Corte reiteró su posición de que México debe reformar el fuero militar para que todos los abusos contra civiles se diriman en tribunales civiles. Lucha Castro, abogada de la asesinada Marisela Escobedo, ha anunciado que presentará también una demanda contra el gobierno mexicano ante la CIDH por no haber protegido a la activista.
Www.sergiosarmiento.com