La contundente goleada por 4-1 lograda por Argentina ante Corea del Sur provocó una fiesta en Buenos Aires, en donde miles de personas salieron a festejar en el Obelisco ante una estatua gigante de su ídolo, Diego Armando Maradona. (AP)
La contundente goleada por 4-1 lograda por Argentina ante Corea del Sur provocó una fiesta en Buenos Aires, en donde miles de personas salieron a festejar en el Obelisco ante una estatua gigante de su ídolo, Diego Armando Maradona.
'A ver qué dicen ahora todos los que querían que la Selección perdiera pronto en el Mundial para echar a Diego', retaba Santiago Segura, un oficinista que se tomó el día libre para dedicarse a su apasionado oficio de hincha.
Pocos minutos después de terminar el partido que consagró a Gonzalo Higuaín como figura, con sus tres históricos goles, el Obelisco, el monumento más representativo de este país, comenzó a ser invadido por una marea blanca y celeste.
Eran los fanáticos que abandonaron plazas, bares, restaurantes, oficinas y escuelas para juntarse a celebrar la lluvia de anotaciones que dejaron al seleccionado dirigido por Maradona a un paso de los octavos de final.
Ahí, a un costado del fálico emblema nacional, un grupo de hinchas comenzó a inflar una extraña figura que causó curiosidad pero que terminó siendo una estatua de goma del barbado Maradona, el mejor jugador en la historia de este país.
La multitud se reunió a su alrededor para venerarlo, recordar sus tiempos de gloria y, sobre todo, alegrarse con la reivindicación que sus convocados le han dado como técnico en los dos primeros partidos del Mundial.
Poco importó que el partido comenzara a las 08:30 hora local, porque las actividades se interrumpieron para disfrutar del cotejo ante Corea del Sur, que se antojaba más que complicado.
En las escuelas, con permiso del gobierno, las clases se suspendieron durante las dos horas de transmisión del partido, y después los maestros batallaron para continuar la jornada educativa con normalidad.
En las calles todo fue albiceleste, desde los gorros, camisetas y rostros pintados por doquier, hasta las banderas que ondeaban en comercios de todo tipo.
La misma imagen se repitió a lo largo de un país que sólo quedó a la espera del resultado del encuentro Nigeria-Grecia para saber si Argentina tiene asegurado ya su pase a los octavos de final.
