Saramago y Monsiváis
Me escribió un amigo desde Madrid ese fin de semana; él radica allá desde que se jubiló y su vida la dedica a su esposa y a las letras, es un novelista amateur, escribe historias y poesía, es un excelente conversador además de metalurgista.
En su correo me daba la mala nueva del fallecimiento de don José Saramago, autor de novelas y gran maestro de las letras; al mismo tiempo también aquí en México fallecía ese mismo fin de semana el gran intelectual de la generación del 68, don Carlos Monsiváis.
Pues en ese ambiente de fútbol internacional, en un par de días perdimos a dos gigantes exponentes de las letras, cosa que me recuerda la canción de Alberto Cortes que se llama Eran tres, que da cuenta de la pérdida de los tres Pablos para el mundo de las artes: “Eran tres y se fueron los tres, nos quedamos sin Pablos en el mundo y sin ellos lo bello moribundo...”. No tener a Pablo Picasso, a Pablo Neruda y a Pablo Casals, para las letras, la música y la pintura ciertamente que es una verdadera tragedia.
Así me imagino la pérdida de Saramago y Monsiváis, cada uno en su tiempo, su historia y su ambiente, han promovido sobre todo la lectura, la buena lectura; muchos de nuestra generación aprendimos a leer impulsados por los ensayos, cuentos y novelas de estos dos grandes, además de sus ensayos críticos, sociales... Como si ilustraran la conciencia social y moral de Europa y América.
El de los libros es un mundo pujante, pequeño pero pujante, no ha dejado de crecer, los libros se siguen vendiendo, hemos crecido en librerías aquí en la Comarca Lagunera y eso es alentador. Las compañías editoriales le siguen apostando al futuro y a los nuevos valores literarios que surgen entre jóvenes intelectuales, aumentan los cafés literarios y las veladas de artistas que comparten sus obras o comentan las de otros.
Sin embargo este mercado de los libros es infinitamente pequeño en relación y en contraste por ejemplo con el de los televisores, que ha evolucionado y crecido más de 100 veces en 20 años, mientras que el de los libros lo ha hecho sólo 20 veces en 100 años. Y el tamaño del mercado de los libros no es ni un dos por ciento respecto al de los televisores. Es decir, la aplicación de la tecnológica, el volumen de ventas y costo de valor comercial no tienen comparación.
Tal parece que los consumidores elegimos mejorar constantemente y estar al día en la tecnología de los televisores, preferimos conseguir la high definition 3D súper plana y enorme, antes que un libro plastificado de fácil lectura y de papel reciclable.
Con ello nos percatamos tristemente que el mundo de las letras, de los libros, de la literatura, del pensamiento creativo y crítico, no sólo es pequeño sino que además perdemos a sus mejores exponentes como Saramago y Monsiváis.
Pero la verdad es canija y dolorosa: con los libros pensamos, aprendemos, desarrollamos nuestros procesos de pensamiento y nuestras capacidades intelectuales, mejoramos nuestro vocabulario, ampliamos nuestra conciencia, además de retroalimentar nuestra experiencia interna.
En cambio con la televisión, al pasar horas y horas frente a ella no pensamos, nos tragamos las escenas, incluso muchos de nosotros para evitar pensar vemos la televisión, además de evadir (por aburridos, decimos) los programas culturales.
Un libro nos ayuda a comprender, la televisión sólo nos distrae. Un libro nos forma, la televisión sólo nos informa. Un libro reta nuestra creatividad e imaginación, la televisión las duerme... esa es la verdad canija y dolorosa.
José Saramago y Carlos Monsiváis son una gran pérdida para el mundo, para todos nosotros. Pero sinceramente espero que no perdamos su legado y lo que ellos impulsaron, que no perdamos la pasión por la literatura y la lectura, por la reflexión y la conversación inteligente.
Correo-e: luisrey1@prodigy.net.mx