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Segundo golpe del PRD

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

Cero y van dos. Lo que en Estados Unidos tardó treinta años en cocinarse, en México los perredistas lo consiguieron en dos. Hablamos de la legalización del matrimonio entre homosexuales por parte de la asamblea legislativa del Distrito Federal que se suma a la despenalización del aborto, ejecutada en abril de 2007.

Fue el lunes 21 de diciembre de 2009 cuando se autorizó la unión legal entre gays con todos sus privilegios y responsabilidades, incluyendo el derecho a la adopción de niños.

La asamblea capitalina aprobó el cambio en la Ley con 39 votos a favor, 20 en contra y cinco abstenciones. En el caso de la adopción el margen fue más cerrado: 30 votos a favor y 24 en contra.

Es el segundo campanazo de los legisladores capitalinos luego de dar luz verde a la despenalización del aborto, lo que todavía se considera una infame imposición del PRD por evidentes intereses políticos y electorales.

Como en México no existe la figura del referéndum o el plebiscito, estas acciones que son tomadas por una cúpula de políticos se convierten en Ley sin que exista poder humano que lo impida. Y obviamente lo que se busca aquí son votos para las elecciones de 2012 cuando el gobernador Marcelo Ebrard intentará llegar a Los Pinos.

El Distrito Federal se convierte en la primera región de Latinoamérica en aprobar esta acción y será cuestión de semanas para ver los casamientos legales entre personas del mismo sexo en las oficinas del Registro Civil de dicha metrópoli.

El Partido de la Revolución Democrática domina desde hace varios lustros la capital azteca y paso a paso ha logrado introducir sus ideas progresistas que nada tuvieran de criticable si no afectaran los derechos de terceros como ocurre en los asuntos de marras.

Más preocupante resulta todavía que este tipo de acciones que van en contra de la idiosincrasia y las tradiciones de los mexicanos, se aprovechan para lanzar campañas beligerantes en contra de quienes se oponen a estas acciones.

Tal es el caso de la Iglesia Católica que ha recibido críticas viscerales por ejercer su derecho a defender el matrimonio entre una mujer y un hombre como lo conocemos desde hace muchos siglos.

Quienes se oponen a la unión legal entre homosexuales no están en contra de estas personas ni de sus derechos a ser tratados con plena igualdad como todo ciudadano, tampoco a que expresen libremente sus opiniones sobre este u otro tema.

Nadie cuestiona la actividad íntima de los gays, cada quien es libre de hacer lo que quiera con su vida sexual siempre y cuando no toque derechos de terceros.

Pero en este caso existen implicaciones que afectan a la sociedad, de ahí que los votantes en California decidieron en 2008 refrendar su apoyo al matrimonio tradicional.

La aprobación de la unión legal entre gays implicará introducir en la educación primaria a un tercer sexo como algo natural y permitir abiertamente el homosexualismo en las escuelas, es decir cualquier estudiante podría andar con su pareja del mismo sexo y asistir a clases vestido de mujer siendo hombre o viceversa.

A ello hay que agregar los trastornos psicológicos y sociales que seguramente afectarán a los menores que serán adoptados por parejas de homosexuales.

Estas acciones precipitadas e innecesarias de la izquierda mexicana trastocan la parte más importante y sensible de la sociedad mexicana como es la familia.

No obstante somos optimistas y pensamos que no pasará mucho tiempo para que la sociedad logre contener esta avalancha en contra de valores y tradiciones muy mexicanas. Queremos pensar que a México no ha llegado la degradación moral que sufren algunos sectores en Europa y en Estados Unidos.

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