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Sentido de urgencia

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ROSARIO RAMOS SALAS

Nuestra ciudad crece y con ello los problemas se vuelven más complejos y difíciles de resolver. De ahí el sentido de urgencia que debemos tener ciudadanos y autoridades, sobre todo tomando en cuenta la creciente ola de violencia que estamos padeciendo.

¿Cómo enfrentar los problemas que tiene la ciudad, cómo hacer sentir a la autoridad municipal y estatal nuestro sentido de urgencia? Si la violencia no se acaba, si no contamos con una Policía eficiente será difícil que la economía mejore, que lleguen las inversiones necesarias junto a empleos bien remunerados. Hoy más que nunca se requiere de autoridades decididas, valientes y proactivas.

¿Cómo hacer un llamado a los ciudadanos a la acción, para que seamos nosotros quienes exijamos, nos hagamos escuchar, nos organicemos para participar en la solución de los problemas? Que estemos todos incluidos en las propuestas de solución. Que se confíe en nosotros como ciudadanos, que se nos incluya en la toma de decisiones.

Los dos proyectos, recientemente presentados por el gobernador del estado, tanto el de la Gran Plaza como el del parque en el lecho del río Nazas son bienvenidos, oportunos y convenientes; sin embargo la autoridad debe consultarlos, consensuarlos y una vez que se tengan listos los proyectos llevarlos a cabo con calidad, transparencia y en forma estética. Algo que contrasta con el reciente proyecto de los puestos para los ambulantes que apenas hace un año se instalaron en el Centro Histórico y que en lugar de embellecerlo lo afearon y ensuciaron su imagen. Sin hablar del perjuicio para los comerciantes organizados que nunca fueron tomados en cuenta, ni siquiera escuchados.

¡Qué importante es aprender de los errores del pasado! Por ello hace falta elevar el nivel de diálogo y de participación, sentarse a la mesa autoridades y sociedad civil para intercambiar ideas, opiniones y propuestas. Mostrar y explicar con claridad los proyectos. Si queremos tener una ciudad moderna, limpia, estéticamente bella necesitamos ir más allá. Otras ciudades del país lo han logrado, han rescatado y renovado barrios deprimidos y zonas descuidadas, han gastado bien su dinero en inversiones que atraen empleo, educación, sustentabilidad y clima de tranquilidad.

Hay una ciudad que espera de nosotros que la cuidemos, la mejoremos, rescatemos sus barrios de la inseguridad y la violencia, la embellezcamos, queramos lo mejor para ella.

La urgencia es enorme y requiere de decisiones firmes y bien pensadas y de ciudadanos participativos y exigentes. El dinamismo actual del desarrollo urbano de otras ciudades y comunidades va tan rápido que nos exige ser creativos, competitivos, eficientes. No perder el tiempo en pleitos, desuniones y falta de sentido común.

Debemos pensar en cómo darle a Torreón espacios dignos, calles limpias, parques y áreas verdes bien cuidadas, museos y espacios de recreación cultural y lo que es más importante escuelas y educación de calidad. Que se vea que la ciudad nos importa y le importa a nuestras autoridades.

El sentido de urgencia debe estar en cómo elevar el nivel de educación de nuestros niños. Darles la oportunidad de crecer en un Torreón desarrollado, dinámico, seguro, próspero, del que puedan sentirse orgullosos y en el que quieran construir su futuro.

Pensemos en cómo tener escuelas bien equipadas, con baños limpios, salones iluminados, bibliotecas surtidas de libros, jardines y patios donde los alumnos puedan correr y hacer ejercicio físico.

Pongo un ejemplo. Por el rumbo del sur de la ciudad existen varias escuelas privadas con edificios relucientes, pastos verdes y bien cuidados, canchas de fútbol, tenis, basket y volibol, y algunos hasta alberca. Cuentan con bibliotecas surtidas de libros y computadoras para consulta. Todo lo que los estudiantes necesitan para dedicarse al estudio. Al mismo tiempo, por el mismo rumbo existen varias escuelas públicas, con presupuestos por alumno similares al de las privadas, con áreas verdes descuidadas, cristales rotos, edificios rayados, basura acumulada, falta de libros y materiales didácticos, escasos equipos de cómputo.

Me pregunto quién es el responsable de que la escuela funcione, que esté bien mantenida, limpia, con los mejores profesores, que amen su profesión. ¿Por qué estas diferencias entre las escuelas privadas y públicas. ¿A quién le importa la escuela pública? Seguramente hay escuelas de calidad, pero no podemos conformarnos. Hay que ir por el cien por ciento. De ahí el sentido de urgencia. En esto y en todo lo que aporte bienestar y futuro a nuestra ciudad.

Garzara1@prodigy.net.mx

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