Siempre hay una primera vez
Ser papá te cambia la vida por completo. Si en algún momento te reías de algunos amigos que ya eran papás, al verlos con ojeras y desganados, nunca faltó alguien que te dijera “ya te veré”. Y pues así, cuando llegan los hijos, la vida se transforma para bien, debido a que ya no sólo eres responsable por ti, sino que asumes responsabilidades para las que muchas de las veces no estamos preparados. No te preocupes, nadie ha muerto en el intento.
Si bien antes se pensaba que llevar el gasto de la casa era la única función paternal, ahora en tiempos en donde tanto tú como tu mujer trabajan, la dinámica cambia.
Te ofrecemos estos consejos:
• No tengas miedo a preguntar: nadie nació siendo papá, por ello es importante acercarse a quien ya ha pasado por esta experiencia. Siempre es muy importante saber cómo se va desarrollando tu bebé para que sepas cómo debes de actuar ante ciertas situaciones, así como no alarmarse en otras. Tus amigos con hijos te pueden ayudar pero también hay muchos libros que hablan sobre el tema.
• Fuera “seconds”: la ayuda de las abuelas y las tías sí es importante pero no debe de ser la única. Tanto tu mujer como tú deben de ser los encargados de marcar los límites en cuanto al cuidado. Esto te puede evitar muchos malos entendidos, y generas un lazo con tu hijo, quien sabrá que cuenta contigo y que se sentirá amado por los dos.
• Tomar decisiones en pareja: cualquier situación tanto en el aspecto de salud, como “¿con cuál pediatra lo llevaremos?” “¿sí lo vamos a meter a guardería o no?”, hasta “¿le llevamos o no brincolines para su fiesta de cumpleaños?”, tiene que ser en pareja, no deben ser decisiones de sólo uno, de lo contrario se generan conflictos innecesarios y que no ayudan ni a tu relación, ni al desarrollo de tu hijo.
• Do you speak Spanish?: todos los niños lloran y lloran, y la dificultad es que no sabemos porqué razón lo hacen. Por lo regular los pediatrias te comentan que sólo es por dos causas: hambre o están sucios del pañal. También podría ser incomodidad, o comezón. Si persisten las molestias, consulta al médico.
• Tu también tienes que alimentarlo: si tu pareja trabaja, le puedes echar la mano con darle biberón a tu hijo por lo menos una o dos veces durante las madrugadas, o bien hacerte responsable de alimentarlo una noche tú y otra noche ella. Crea un vínculo con tu bebé a la hora de alimentarlo, no sólo es cuestión de ponerle el biberón y ya. Es muy especial que intercambien miradas, que le hables, que le ayudes a eructar y muy particularmente que se sienta seguro.
• Nadie hace rosas: no rechaces la posibilidad de cambiarle el pañal a tu hijo, con esto se sienten confiados de que puede ser aseados por sus padres, sin ningún rechazo. Aprende a poner bien los pañales para evitar rozaduras. No tengas miedo cuando vomitan, límpialo y dale la confianza de que no pasa nada, de que eso es natural.
• Hora del baño, hora de jugar: báñalo en bañera donde él o ella pueda sentirse cómodo, y que éste se convierta en un lugar para jugar y no que se convierta en el acto más peligroso del día.
• Dejar a los niños ser niños: no los sobreprotejas porque de lo contrario evitarás que el niño pueda conocer por sí mismo el mundo. Es cierto que lo quieres proteger de cualquier daño, pero es importante que también él o ella vayan desarrollando su independencia. En dado caso lo mejor es enseñar a tu hijo a explorar tomando precauciones, acordando con ellos hasta dónde pueden ir y procurando no alejarse mucho de tu vista.
Y lo más importante: rompe la barrera e involúcrate con tu hijo. Atiende sus necesidades, pon límites, demuestra que lo amas, juega, platica, conócelo. Vamos, en una sola frase:
¡Disfruta la experiencia de ser padre!