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Sin miedo al chapuzón

Aprender a nadar es vital

Sin miedo al chapuzón

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Beatriz Mejía

El calor característico de esta zona, la energía que empieza a circular en el ambiente y el inicio de las vacaciones, pronto se convierten en el pretexto ideal para realizar actividades fuera de casa.

Una de las formas favoritas de esparcimiento de los laguneros es acudir a los diferentes recreativos de la región. Pero, a pesar de que chicos y grandes disfrutan refrescándose en las albercas durante los primeros días primaverales, puede significar una actividad de alto riesgo si no se tienen nociones de supervivencia básica.

Para quienes apenas empiezan a sumergirse en el mundo acuático el paso inicial es tomar un curso, el cual no sólo comprende el aprender estilos de nado, sino el desarrollo de habilidades que permiten disfrutar de esta actividad con mayor seguridad.

Según Fermín Lara, instructor de natación del Acuático los Delfines, los niños pueden entrar en contacto con las albercas a partir de los tres años. En esta edad, los pequeños ya pueden expresar molestias respecto al agua (como oídos tapados), y sus extremidades han adquirido una mejor flexibilidad. En esta etapa se aprenden movimientos que los ayudan a sobrevivir por sí mismos dentro del agua.

A los cinco años, el niño está preparado para adquirir los cuatro estilos que se practican en natación: crol, mariposa, dorso y pecho. “Asimila más fácilmente las instrucciones del maestro y las sabe ejecutar, además, cuenta con un control más avanzado de sus movimientos de brazos y piernas”.

No cabe duda de que la infancia sea la mejor etapa en la que las personas muestran más habilidades para el dominio de este medio, pero también es cierto que cualquier edad es idónea para desprenderse del miedo a las albercas.

Los adultos que tienen el interés de aprender necesitan inicialmente introducirse en el agua, establecer relación, mantenerse y desplazarse dentro de ella sin hundirse. Pero, esto es sólo una parte, el primer contacto debe incluir el poder disfrutar del agua, jugar en ella y realizar una actividad física que los beneficie tanto en lo corporal como en lo psíquico y social.

Además de ser una de las actividades recreativas más comunes durante la temporada de calor, la natación: “es un deporte que todo mundo debe practicar, además de ser divertida es la actividad física más completa; todos deben aprender a nadar”.

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