Cuando la perra es brava hasta a los de casa muerde, reza el refrán. Pues viene bien para describir el punto al que ha llegado la Policía Municipal de Torreón con el paro de labores ocurrido hace ya cinco días y que prácticamente dejó sin guardias municipales a la ciudad, ya que los paristas exigen la destitución del general brigadier Bibiano Villa como director de la corporación.
Ante esta situación, un grupo de 500 elementos entre soldados, policías federales y estatales está encargado de vigilar las calles. La Fiscalía General del Estado en su reporte informa que destacó en esta plaza a 130 elementos, con disposición de 30 unidades motrices. En la urgencia de que Torreón no se quedara sin vigilancia, algunos patrullajes de soldados se realizaron a bordo de vehículos pertenecientes a la municipal.
Es un hecho que la Preventiva torreonense está destrozada. Es como en todo México, reflejo del descuido que por años los gobiernos tuvieron en las instituciones de seguridad pública, principalmente en las Preventivas, donde la regla general es la pobreza en sus equipos y herramientas de trabajo, así como salarios bajos y falta real de capacitación. Todo esto además de las condiciones sociales que drásticamente se modificaron por el asunto del narco con todas sus implicaciones, pues dan como resultado la enorme limitación y lo problemático que resulta para casi todos los municipios su tema de seguridad.
En lo particular en Torreón esto adquirió mucho mayor tinte, porque encima de todas las circunstancias propias para que el asunto tenga color de hormiga, la Administración pasada de Torreón tuvo como una de sus promesas de campaña el llegar a constituirse como La Mejor Policía del Norte de México, y ello trajo consigo problemas adicionales.
En una síntesis publicada ayer por El Siglo de Torreón sobre los problemas que han ocurrido en la Policía Municipal -y para efectos de este comentario- se puede destacar los penosos hechos del 8 de septiembre de 2008 en donde se dio un enfrentamiento entre elementos municipales de Torreón y efectivos policiacos federales, que desató el encarcelamiento de 32 elementos de la institución entonces dirigida por Alfredo Castellanos, ocurrido el 19 de febrero del año pasado.
En esa ocasión, 50 agentes bloquearon las instalaciones de Seguridad Pública para impedir la salida a trabajar de los elementos del primer turno. Los sujetos se inconformaron por un cambio de 8 a 12 horas como jornada laboral. Esto propició un roce entre el entonces alcalde José Ángel Pérez y el director en turno, Karlo Castillo, quien presentó su renuncia, misma que no fue aceptada. Tres meses después fueron dados de baja 302 efectivos, que sumados a los de esta semana, con cifra estimada en 450, da un total de 752 despedidos en menos de un año, algo así como el 80% de toda la institución.
Con todos estos antecedentes, se puede tener un contexto de lo grave de la situación que hoy enfrenta el alcalde Eduardo Olmos. Los paristas se han rebelado con todo, y quizá la molestia sea que el general Villa les está exigiendo de más. Pero esto no puede dar motivo alguno para presionar de la forma en que lo han estado haciendo: dejando a la ciudadanía en la indefensión. Con gallardía el alcalde está respondiendo (obvio con el gobernador detrás) que no fue tan decidido cuando el problema ocurrió hace tiempo, pero por ningún motivo se puede ceder en el tema toral del Estado, que es el de brindar seguridad, tal como está ocurriendo.
Esta vez los paristas se han equivocado, y la gran mayoría perderá el empleo, pero representa también una oportunidad como dijo el fiscal Torres Charles, de realmente reconstruir a la institución más devaluada que existe en esta ciudad.
Eirazoqui @elsiglodetorreon.com.mx