Pequeña. Édgar, Paula y la pequeña Marley, a quienes sus padres desean disfrutar durante esta etapa y después enseñarle algunos actos de circo.
María Elena Barbosa y Roberto Pérez forman un matrimonio con cimientos puestos desde hace 40 años. Y después de compartir toda una vida juntos, desde hace tres años, también se acompañan en su oficio como empacadores en un centro comercial de Torreón.
Terapia
"Nos conocemos desde hace 45 años, vivíamos en la misma colonia, yo de un lado y él de otro y en el camión nos conocimos. Él tomaba primero el camión y como a siete cuadras yo y de ahí nos empezamos a hablar. Tenemos 40 años de casados y duramos 5 años de novios, 45 años de conocernos", comenta María, quien comenzó a trabajar como empacadora desde hace tres años, a raíz de una depresión, de la cual ha salido victoriosa y desde entonces su oficio le ha permitido acompañar a su esposo, ahora en otra etapa, la laboral.
Roberto resume su experiencia como empacador como muy gratificante, "trabajar aquí es una terapia y además para uno ya no hay trabajo, entonces vengo aquí (al centro de trabajo) como terapia a trabajar cuatro horas seis días a la semana. Antes trabajaba como técnico y ya tengo seis años como empacador, es un ingreso bueno, pues nada más tenemos lo de aquí para nuestros pagos".
Enamorados
"Nuestro matrimonio ha sido como todos: difícil, los problemas, pero bien gracias a Dios, hasta ahorita estamos bien y orgullosos de tener a nuestros seis hijos", comenta la abuela de 13 nietos, quien considera que los pequeños son la luz de su hogar.
Roberto coincide con su esposa y asegura que las experiencias más gratificantes que han compartido es el nacimiento de sus hijos y sus 13 nietos y que las etapas más tristes que han experimentado enmarcan "la pérdida de familiares, enfermedades y depresión", pero que su compañía y amor les ha permitido seguir juntos compartiendo su hogar, trabajo y su bella familia.
Paula y Édgar experimentan actos de circo y viven su amor junto a su pequeña
Paula es una joven de 18 años a la que los amigos llaman "Grillo" y a su novio Édgar lo conocen bajo el alias de "Primaveras", Paula y Édgar son dos jóvenes que comparten su amor, su gusto por el circo y recientemente a su pequeña hija Marley.
Actos circenses
"Estudiamos circo y trabajamos del circo, desde hace poco más de un a-ño", comenta Paula, quien ha suspendido la actividad circense y función de calle por su pequeña.
"Yo estudio música, guitarra, violín, y soy maestro de principiantes de circo. Estudio circo desde hace cuatro años", dice Édgar, quien define a "la calle como el escenario y el mejor de todos", ya que "en el teatro o en cualquier escenario ya tienes la atención de la gente y cualquier cosa que hagas la gente se va a reír y en la calle no, tienes que llamar su atención y cualquier cosa que no les guste se van a ir. Entonces la idea en la calle es atraparlos y que estén atentos hasta el final".
Un amor "divertido"
"Grillo" y "Primaveras" se conocieron en un evento en el que él acudió como zanquero y ella como animadora. Ahí fue el flechazo, después de un tiempo se encontraron y comenzó la comunicación.
"En el evento nos conocimos, después nos dejamos de ver un tiempo. Me hice rastas en el cabello y un día me lo encontré y él me dijo que me las arreglaba, me las cortaba y todo. Me dio su teléfono y no le hablé en un ratote", dijo Paula, a lo que de inmediato Édgar añadió: "se hizo del rogar" y soltó una carcajada. A partir de que la comunicación regresó se hicieron novios, "tenemos un año y tres meses de novios y hemos estado viajando desde que estamos juntos, hemos ido a talleres de circo, etc.".
Édgar y Paula definen su amor como "apasionado, divertido, gracioso, juguetón, intrépido, aventurero, libre y viajero", que no creen en la unión formal o un vestido blanco, "nos gusta como estamos y ser felices", así comparten junto a su pequeña Marley.
Azucena y Moisés viven una lucha diaria
Para salir adelante en la vida y vivir su amor
Azucena Bernal y Moisés Duarte son dos jóvenes que viven un noviazgo en una sociedad que mayoritariamente les dificulta su desarrollo diario. Azucena y Moisés son compañeros contra todas las adversidades, guiados por el corazón, y auxiliados por sus perros guía Alí y Duende.
El destino los une
"Mi perro se llama Duende y ya casi tiene conmigo cinco años. Es bueno tener un perro porque uno se independiza mucho, se desplaza con más rapidez a cualquier lado. Para conseguirlo uno tiene que enviar una solicitud a la escuela de México y ya que ellos te responden si has sido sele-ccionado hay que ir a capacitarse a México para obtener el perro", y así, al viajar a la Ciudad de México, Moisés regresó a Gómez con un gran aliado y conoció a la mujer con la que comparte el día a día desde hace tres años.
Moisés, es un joven de 25 años, invidente de nacimiento, que actualmente estudia la preparatoria a-bierta en la misma institución en donde su novia Azucena cursa la licenciatura en Educación.
Azucena es una joven tlaxcalteca que perdió la vista a los 13 años a causa de glaucoma, vivió durante un par de años en la Ciudad de México, en donde conoció a Moisés: "mi cuñado también es ciego y él fue compañero de mi novio en el curso para recibir sus perros y por medio de él nos conocimos, se puede decir que los perros ayudaron un poco como Cupido", dijo Azucena y rió al asegurar lo de los cachorros.
A partir de que se conocieron Moisés y Azucena mantuvieron contacto a través del 'chat', comenzaron a viajar alternadamente para convivir y finalmente tomaron la decisión de ser novios después de un año.
Desde hace dos años y medio, Azucena cambió su lugar de residencia a las tierras polvorientas de La Laguna para compartir junto a Moisés su amor y lucha diaria.