La muerte del número tres en la jerarquía de al-Qaeda difícilmente afecte a la organización terrorista por mucho tiempo.
Al-Qaeda ha sobrellevado la pérdida de figuras importantes en el pasado y depende cada vez más de una red de agrupaciones nuevas empeñadas en atacar blancos estadounidenses.
La muerte de Mustafa al-Yazid representará seguramente un golpe que será superado en poco tiempo por una organización que, como el monstruo mitológico Hidra, de varias cabezas, cuenta con numerosos tentáculos que le permiten continuar su batalla.
Al-Qaida es hoy un enemigo fragmentado, con células en Yemen, Somalia, el norte de Africa y la frontera entre Afganistán y Pakistán. Y, como lo demostró el ataque del día de Navidad contra un avión comercial, sus filiales son cada vez más independientes y peligrosas.
Es así que, por más que Estados Unidos elimine a líderes de al-Qaeda, la agrupación se renueva con reclutas decididos a morir por su causa.
"Nosotros les estamos dando palos, pero ellos logran radicalizar elementos del movimiento yijadista islámico", expresó Bruce Riedel, del Centro Saban de la Brookings Institution Saban y ex funcionario de la CIA.
Al-Yazid, quien era conocido también como Jeque Saeed al-Masri, es el séptimo número tres de la jerarquía de al-Qaida muerto o capturado desde el 2001, según Riedel.
"Esto demuestra dos cosas: que es un trabajo peligroso y que uno puede llenar esa plaza con relativa facilidad", expresó.
Al-Yazid, quien según al-Qaida era su máximo líder en Afganistán, fue asesinado junto con su esposa, tres hijas, un nieto y otras personas, informó la organización. Se cree que fue alcanzado por una bomba disparada por un aparato sin tripulación, probablemente en las dos últimas semanas.
Funcionarios estadounidenses admiten que a al-Qaeda no le cuesta demasiado reemplazar al número tres. Pero acotan que esta vez las repercusiones pueden ser más serias porque la organización dependía mucho de la capacidad de al-Yazid de recaudar fondos por su condición de miembro fundador. Además era el principal enlace con Osama bin Laden y el número dos de la agrupación Ayman al-Zawahiri. Estaba a cargo de las operaciones cotidianas de al-Qaeda y colaboraba en el manejo de las finanzas, según funcionarios estadounidenses.
El éxito de los ataques a control remoto, que han matado a cientos de insurgentes en el último años, hace que le resulte más complicado a bin Laden y sus asesores dirigir la organización y encontrar refugios.
Funcionarios y expertos afirman que la estructura de al-Qaeda ha sido debilitada en los últimos años, lo mismo que sus finanzas. Mike Leiter, director del Centro Nacional de Antiterrorismo, afirmó que "es más vulnerable que nunca" desde los ataques del 11 de septiembre.
Pero sus aliados, como las células de la Península Arábiga y del Magreb Islámico, y al-Shabab en Somalia, siguen operando normalmente.
Las autoridades británicas dijeron en un informe para el Parlamento que la eliminación de líderes de al-Qaida no implica que la organización deja de ser tan letal.
De hecho, funcionarios estadounidenses afirman que las células asociadas con al-Qaeda pueden realizar acciones sin mucha planificación, poco sofisticadas, que son más difíciles de detectar y prevenir. Las agrupaciones independientes que actúan por cuenta propia son más imprevisibles y no tienen estructuras grandes que pueden ser infiltradas o vigiladas.
Estados Unidos ya no define al enemigo como "al-Qaeda" a secas, sino como "al-Qaeda y sus filiales".