Celo. Los soldados no dejaron ver el cadáver a los agentes de la Procuraduría estatal para iniciar las investigaciones. EL SIGLO DE DURANGO
Justo al mediodía de ayer se activó el código rojo en la ciudad capital tras suscitarse una balacera en la avenida Heroico Colegio Militar; ahí un grupo de soldados que resguardaba una oficina del IFE, al presenciar el ataque, al parecer pensaron que era en contra de ellos y repelieron la agresión. El saldo del fuego cruzado fue una persona sin vida y su hijo herido.
De acuerdo con la información proporcionada por la Procuraduría General de Justicia, la persona que dejó de existir, víctima de heridas de bala, respondía al nombre de Jesús Franco Garvalena, de 42 años de edad, y su hijo, Jesús Franco Ayala, de 19, es quien quedó lesionado, también por proyectil disparado por arma de fuego.
Ninguna dependencia detalló los hechos pues como se vieron involucrados elementos de la Décima Zona Militar y en el ataque resultó con daños la oficina que alberga a una Junta Distrital del Instituto Federal Electoral (IFE), prefirieron omitir algunos datos por lo delicado del tema.
PEDÍAN AUXILIO Y LOS BALEARON Algunos testigos les comentaron a los agentes que al parecer por el bulevar Francisco Villa circulaba una camioneta Honda de color negro tripulada por Jesús Franco Garvalena y su hijo, y desde ese punto fueron perseguidos por un automóvil y otra camioneta e inclusive les hicieron algunos disparos.
Según los testimonios, los tripulantes de la Honda se pararon afuera de una oficina del IFE que se ubica en Heroico Colegio Militar, en frente del Conade, ya que ahí siempre están unos soldados vigilando, esperando que los militares los ayudaran.
Sin embargo, de todos modos los sujetos armados abrieron fuego contra la camioneta Honda e inclusive algunos proyectiles hicieron blanco en las instalaciones del IFE, por lo que salieron los soldados y empezaron a disparar, arrojando el saldo citado.
Al lugar arribaron algunos agentes investigadores y paramédicos de la Cruz Roja para apoyar al lesionado mientras que los soldados introducían el cadáver a las oficinas que estaban resguardando.
Cuando el agente del Ministerio Público y los peritos empezaron a levantar evidencias y pretendían tener acceso al cadáver, los soldados les taparon la entrada y evitaron que la Procuraduría estatal realizara su trabajo.
Más tarde arribaron el agente del Ministerio Público Federal y agentes investigadores, también de la Federación, para tomar conocimiento de los hechos.
Asimismo, se supo que mandaron llamar a declarar al mando del pelotón de soldados que estaba a cargo cuando se suscitó la balacera.
A final de cuentas no se ha aclarado si las balas que dieron muerte a Franco Garvalena e hirieron a su hijo son de las armas de los sujetos que iban persiguiéndolos o son de los fusiles de los soldados que repelieron la agresión contra el que se les pusiera en frente, por lo que la Procuraduría hará pruebas de balística para determinarlo.