Sé a la perfección que el tema a tratar debería de ser que Santos Laguna se encuentra en plena semifinal con amplias posibilidades de llegar a la sexta final de su corta y muy exitosa existencia. Quizá también podríamos hablar de la penosa y aburrida preparación que está teniendo la Selección azteca rumbo al Mundial de Sudáfrica, pero hay un tema que por su importancia y actualidad importa mucho más que el futbol en sí.
Las agresiones verbales sufridas por Felipe Baloy el pasado domingo por jugadores del Pumas es un tema que espero no se quede en el anecdotario, sino que se tomen severas cartas en el asunto. Estoy muy consciente de que la primera manifestación racial hacia Baloy se dio aquí mismo en La Laguna en el antiguo Estadio Corona, hecho que realmente no pudo ser comprobado y, en caso de haber existido, fue por parte de un pequeño sector descerebrado al cual no se puede controlar ni medir.
Aquí lo preocupante es que sean dos miembros de un equipo, ¡que además representa a la máxima casa de estudios universitarios de nuestro país! Los que hayan insultado de forma tan ignorante a Felipe Baloy, tanto Palacios como Verón, no tienen la más remota idea de lo que es ser un deportista, un profesional, vestir la camiseta de una respetable e histórica institución como la de Pumas, y mucho menos tienen noción del tremendo daño que el racismo ha causado a la humanidad a lo largo de la historia. Pero no se podía esperar mucho de este par de insensatos.
Si yo fuera directivo de la UNAM no me esperaría a que la Comisión de Arbitraje o la Federación Mexicana de Futbol analizara el caso y decidiera un castigo. Si el equipo se tiene respeto a sí mismo y a lo que pregona (como sucede en la NFL, que la liga y los equipos castigan a sus propios jugadores, por eso es el ejemplo perfecto a seguir), daría de baja inmediata a estos dos racistas que no merecen representar al equipo que, de todos, se supone es el primero que debe promover el conocimiento, el avance, el civismo y la modernidad del siglo XXI.
Estoy seguro que, como casi todo en nuestro país, esto quedará impune. Y si queda impune se volverá a repetir, cosa que es realmente triste. Nos quejamos de la Ley de Arizona pero los universitarios de la UNAM le gritan esclavo a un panameño. Le dejo el asunto a las autoridades correspondientes y para la opinión pública la reflexión.
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