Para las nuevas generaciones y para los que aún nos mantenemos con vida, es interesante meditar qué acontecimientos históricos futbolísticos estamos a punto de presenciar con el inicio del Mundial Sudáfrica 2010: hay quienes se jactan de haber visto jugar a Pelé en sus mejores momentos, cosa que no puedo presumir; otros tantos comentan que era un verdadero deleite ver cómo Johan Cruyff conducía a la Naranja Mecánica holandesa a practicar uno de los futboles más vistosos que conocen los mundiales; conocedores recuerdan con nostalgia los agarrones de Alemania '74, en donde el "Kaiser" Franz Beckenbauer compitió con el hombro dislocado hasta el final.
En lo particular estoy agradecido porque la vida me permitió ver el dramático desenlace y aún mucho de la magia del argentino Diego Armando Maradona; fui testigo de las cinco copas mundiales de Lothar Matthaeus; vi cómo las leyendas italianas Baresi y Baggio fallaron su penal en el momento importante; seguir desde el inicio la carrera del mejor goleador de todos los tiempos en los mundiales, Ronaldo, con sus 15 goles en cuatro mundiales; la forma tan dramática en que lo obligaron a jugar la final de 1998 y cómo se desquitó cuatro años después venciendo con dos goles a los alemanes en el Mundial de Corea-Japón 2002; presencié a Zidane, su campeonato y su pérfido cabezazo; de modo que invito a pronosticar de qué podemos ser afortunados testigos durante el próximo mes sudafricano.
Es posible que seamos espectadores de la tercera estrella en el Monte Olimpo del futbol. El argentino Lionel Messi, si tiene un gran Mundial podrá sentarse en el trono junto a Pelé y Maradona; también estará Christiano Ronaldo, que pinta para seguir los pasos de su lusitano paisano Eusebio y también convertirse en leyenda; muy calladito se encuentra el artillero alemán Miroslav Klose, pero atención porque en dos mundiales ha anotado 10 goles y con apenas una discreta actuación podrá superar a la leyenda germánica Gerard Muller y, ¿por qué no?, incluso superar a Ronaldo como el máximo anotador de todos los tiempos.
Envidio sobremanera a mi compañero y amigo Rafael Rosell, que escuchó atentamente desde su radio en Lerdo, Durango, el primer partido de las Copas del Mundo, cuando México cayó 4-1 ante Francia en Uruguay 1930; escuchó la tragedia del Maracaná en 1950 y tomó como su primer ídolo al francés Just Fontaine, que con sus 13 goles es el delantero que más anotaciones ha marcado en un solo Mundial.
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