Suceden cosas tan increíbles en nuestra realidad nacional, que tal y como escribí la semana pasada, no podemos explicarnos mas que con la palabra surrealismo, como una expresión de nuestra absurda realidad. La discreción no es una cualidad del mexicano y eso ha quedado de manifiesto en Sud-áfrica. No conformes los paisanos con la ineptitud de la dupla Aguirre-Carrillo, incluso los funcionarios públicos, la supuesta gente VIP, realizaron escándalos misóginos ante la lupa del mundo. Si un borracho nacional orina en la llama del Soldado Desconocido del Arco del Triunfo en París, bueno, no se puede tener control sobre todo lo que hacen nuestros connacionales. Si otro ocurrente le puso un sombrero de charro a la respetadísima estatua de Nelson Mandela, no es como que Calderón pueda estar cuidando a cada uno de su rebaño. Pero que Miguel Gómez Mont y su hijo, gente que por el puesto que ocupa, ¡director del Fondo Nacional del Fomento al Turismo!, se supone tienen detrás alguna educación, tanto familiar como universitaria -cosa que quedó por demás visible carecen- agredan a una mujer por el simple hecho de que su atolondrado esposo no juega bien al futbol. Eso sí que es para sentir pena.
Nada justifica la violencia y menos en un evento deportivo. El menos culpable es el Guille Franco, por supuesto que su esposa tampoco tiene la culpa de nada. Estoy seguro que el troncote de Franco es el primer sorprendido por haber jugado tantos partidos de Copa del Mundo. Esa realidad existe solamente en la ineptitud y el mundo de fantasía en la que viven Aguirre y Carrillo. El bofote del Bofo no tiene la culpa de alinear contra Argentina, ni de ser convocado. Imagino los pensamientos del Bofo al saberse titular en el juego decisivo de octavos: fue el más incrédulo de todos los mexicanos.
Tal como Ernesto Zedillo, que no quería ser presidente de México y tuvo que serlo porque el país lo demandaba, dejando una actuación buena a secas, del mismo modo Aguirre deja el trabajo que nunca quiso, que jamás disfrutó y que tanto lo agotó. Un trabajo que no se basó en el análisis, la estrategia, la valentía o la oportunidad para quienes hacían bien las cosas. Sino que se caracterizó por la brujería, las estrellas, el misticismo. Por alinear a los que juegan en Europa, estuvieran como estuvieran, y echar a perder una magnífica oportunidad histórica de avanzar más rondas que a como evoluciona el futbol, difícilmente se volverá a repetir.
Me queda claro que el accionar de nuestra Selección y de nuestros representantes en los palcos, es el reflejo de nuestra realidad nacional y política. Pero sobre todo de nuestro pobre nivel educativo.
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