Consciente que este es un espacio deportivo, y en plenas semifinales en la Copa del Mundo, me permito hacer una pausa para rendir homenaje a mi maestro Francisco Amparán, fallecido el domingo pasado tras haber disfrutado en plenitud el sábado anterior el juego entre España y Paraguay. Figura y guía de quienes lo conocimos y aprendimos tanto de él. Paco Amparán era un impresionante erudito en la historia, la literatura y el cine...aunque el deporte formó parte muy importante en su modo tan peculiar de disfrutar su vida.
Acerero de Pittsburgh hasta los huesos, platicar con Paco era conversar con una graciosa enciclopedia, pues no había enunciado, opinión o postura que por muy interesante que fuera no la acompañara con un comentario sarcástico, crítico, con su fino humor negro, con tanta sapiencia, que nos robaba risas tanto en el salón de clases como en las reuniones sociales.
Durante tres años tuve el enorme privilegio de ser su alumno de historia en el Tec de Monterrey en diversos diplomados: no sólo me enseñó el pasado sino que compartimos innumerables conversaciones sobre literatura y cine. Pero sobre todo, hablábamos de futbol: Paco nunca lo quiso reconocer, pero seguía con atención al Santos Laguna y a la Selección Nacional. Su bandera -y con toda razón- siempre fue la NFL, de la cual era un experto. No conozco comentarista local ni nacional de deportes con la memoria de Amparán para citar jugadores, esquineros, defensivos, de cualquier posición, de cualquier equipo, de la NFL, liga a la que adoraba, admiraba y en la que participaba como un gran aficionado de sus queridísimos Acereros.
Recuerdo que en su columna dominical de El Siglo de Torreón escribió en varias ocasiones un interesante y divertido manual de cómo disfrutar el Super Bowl sin ser molestado por villamelones. De alguna forma el deporte formó parte de su vida. Dominaba los pasados eventos olímpicos y los mundiales de futbol, así como el entorno histórico del porqué se habían elegido esas sedes y de qué forma habían repercutido tales celebraciones en los países que los organizaron. Conversar con Paco Amparán era aprender. Sigo sin concebir el futuro de La Laguna sin su sentido crítico y su admirable punto de vista de los acontecimientos que nos rodearán.
Agradezco su conocimiento compartido, su amistad, su amor por la historia y su sentido del humor. Como tengo varios libros de su autoría, tanto de literatura como de historia, pienso seguir leyéndolo y seguir aprendiendo de él. Quiero aprovechar su legado. Gracias maestro.
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