De entrada es difícil explicar por qué en el futbol mexicano pasa lo que pasa: nos ha tocado presenciar últimamente situaciones del todo dramáticas que han quedado para la historia: la forma tan drástica en que Santos Laguna perdió la final en penales ante el Toluca; el terrible error de Osorio en el partido definitorio frente a Argentina en el Mundial; la alineación de Franco, Bautista y demás parásitos en el once tricolor; la ventaja que perdió Chivas como local en la final de la Copa Libertadores; la derrota del América frente al Real Madrid y así muchos etcéteras.
Una posible respuesta podemos encontrarla en la mentalidad de Enrique Meza en el partido amistoso que sostuvieron México y España. Sé de sobra que fue un partido para festejar el bicentenario y que no definía nada, pero eso es sólo en una primera lectura. La otra sería que México tuvo todas las posibilidades de ganarle al actual monarca mundial, al que es simplemente el mejor equipo de todo el mundo y que ha perdido únicamente dos partidos en los últimos 3 años. Toda una potencia.
México no quiso ganarle. Nada más porque no. El famoso Chicharito puso en ventaja al equipo nacional para abrir toda una posibilidad de hacer ruido a nivel mundial, pero Enrique Meza optó por darle oportunidad a los disque jóvenes, como si el señor estuviera en un proceso mundialista a tres semanas de iniciar la justa que defina el futuro de México. La cosa es muy sencilla: la Selección Nacional mexicana no va a ganar ningún partido importante en Copas del Mundo, no va a ganar ninguna Copa América, ni la tan devaluada Copa Libertadores, ni Copa de ningún tipo, mientras no aprenda a ganar estos pequeños grandes partidos.
Porque comenzando a ganar un juego importante aquí y otro allá, contra potencias, es la forma en que la mentalidad del mexicano se forjará y podrá cambiar de su constante e histórica mediocridad futbolística, al anhelo de un sueño hasta ahora imposible llamado quinto partido. Eso a todos los niveles: hay que ganar la Concachampions, aunque se juegue contra equipos trinitarios; la Libertadores, aunque no estén los grandes del orbe; la Superliga, en donde siempre nos va mal contra los americanos; en otras palabras, tener la buena costumbre de ganar. No importando contra quién, ni si el partido o torneo es de prestigio o no.
Dios nos libre de mentalidades como la de Lapuente o Meza que cuando tienen a Goliat en la lona deciden sacar a los jugadores importantes y meter a la cantera, que para observar alternativas. Eso es estancamiento y llevamos en el mismo sitio muchos años
Aleson2001@hotmail.com