Sé que el objetivo primordial de los equipos llamados a competir en un torneo es la obtención del título. No es nada fácil obtenerlo y la mayor prueba de esto es Cruz Azul, que trabaja bien, contrata bien, tiene una filosofía definida como institución, pero no puede ser campeón desde 1997.
Traigo esto a colación, porque según palabras de Romano al eliminar a los Jaguares, se tuvo que jugar de manera defensiva, sin arriesgar, con mucha estrategia, utilizando el marcador y el reglamento a favor para conseguir el mencionado objetivo. Todo esto, sacrificando al aficionado que va al estadio buscando un espectáculo o que prende el televisor.
Aquí es donde entra la maquiavélica (en el estricto uso de la expresión, que fue expuesta por Maquiavelo) de que el fin justifica los medios. Probablemente para los directivos y dueños de los equipos que busquen nada más que resultados, sea una viable opción. Pero ni la historia, ni los aficionados, ni la prensa recuerdan a este tipo de equipos en la posteridad: en el torneo largo 1995-96, bajo el mando de Manuel Lapuente (que ahora dirige al rival en turno, el América, dicho sea de paso) Necaxa levantó el título con un empate global de 1-1. En la Ida igualaron con este marcador, y como en la vuelta Lapuente y su Necaxa no tenía por qué arriesgar, ya que los obligados eran los Cajeteros del Celaya y el empate les daba la corona (casi la misma estrategia de Romano frente a Jaguares, sino es que la misma), pues no propusieron y esperaron. Y de hecho se hicieron del título. ¿Aplausos? ¿Reconocimiento? ¿Once histórico? ¿Equipo glorioso? ¿Súper Necaxa Campeón? Nada de eso. Se le acusó a este Necaxa de especulativo y gris, a tal grado que el reglamento fue modificado: a partir de esta final, el empate global ya no te da el título y hay que ir a penales, pero sólo en esta instancia.
Incluso hay subcampeones más importantes para la historia que los mismos campeones, la Naranja Mecánica de Holanda en Alemania 74 es el primer ejemplo de esto. Incluso el Subcampeón Santos de la 1993-94 es mucho más recordado que el mismo Tecos que se impuso en la final a los Guerreros. A veces no basta con cumplir resultados y objetivos, sino que la clave está en cumplir las expectativas.
La afición quiere ver un equipo alegre, propositivo y con una personalidad definida. Son más gratamente recordados los Santos Campeón de Fernando Quirarte y de Daniel Guzmán, que el de Alfredo Tena, porque el futbol coincidía con lo que la tribuna, que paga un muy costoso boleto, esperaba de su equipo. Espero que Romano quiera trascender, no sólo en una vistosa vitrina con un flamante trofeo, sino como aquel Santos de Romano, que tan dignamente quedó campeón.
Aleson2001@hotmail.com
