Jóvenes Columnistas

¡Somos más que hormonas!

JÓVENES COLUMNISTAS

Por Antonio Rivera

Los productores dentro de los medios televisivos conocen perfectamente el mercado al que lanzarán su programación, por lo tanto, diseñan estrategias que les permitan sacar la mayor parte de ganancia por su obra, el objetivo de los contenidos mediáticos funcionalistas es el mismo siempre: invitar a consumir al grupo de espectadores escogido.

El mercado dirigido a los espectadores adolescentes tiene sus propias características, regularmente están basadas en los supuestos intereses de los individuos que atraviesan por esta etapa de la vida.

Es bien sabido por aquellos que se dedican a la mercadotecnia, que los seres humanos tenemos necesidades básicas que buscamos satisfacer y para ello empleamos las herramientas y medios a nuestro alcance, estas necesidades elementales son por ejemplo: necesidades físicas como; alimento, ropa, calor y seguridad; necesidades sociales como la pertenencia, el afecto y necesidades individuales de conocimiento y autoexpresión.

Aunque las televisoras conocen a la perfección las necesidades que buscan satisfacer los adolescentes, tampoco las inventaron, pues son naturales.

Donde entra en acción el científico de la mercadotecnia es en la manipulación del deseo: una fantasía que adoptan las necesidades humanas moldeadas por la cultura y la personalidad individual. Así pues, se puede tener una necesidad específica, pero una gran cantidad de deseos u opciones para satisfacerla.

Es directamente sobre las necesidades sociales donde parece que las televisoras han encontrado su punto de vuelo para diseñar sus contenidos en cuanto a su programación,

El adolescente promedio en nuestro país, no suele estar preparado para discernir entre los deseos con los que intentará satisfacer las necesidades que le asaltan constantemente.

La naturaleza humana obliga al joven inexperto a buscar la satisfacción inmediata, de lo contrario es invadido por un sentimiento de frustración, este proceso es agravado y acelerado a causa de la presión social que los medios ejercen, donde lo que vemos en la pantalla es legitimado o tomado como "la verdad sobre la realidad social" en escenas donde los protagonistas de las series o telenovelas actúan sobre situaciones con las que el receptor se identifica y por lo tanto interpreta como situaciones comunes a las que cualquiera puede estar expuesto, por lo que le resulta real.

Dentro de estos contenidos también se exponen remedios a las frustraciones proyectadas, el espectador cree que las soluciones a los problemas que aplica el protagonista del tal o cual programa sobre su realidad quimérica, le servirán de igual forma en su realidad material, emula entonces las conductas televisivas. Mas aun, consume los productos que tienen que ver con aquellos programas que satisfacen sus necesidades.

La cultura que el infante o púber recibirá como delimitación de sus acciones, serán los valores que las televisoras y la publicidad le enseñen, sobre todo si la familia interviene poco en la educación, a falta de otros conocimientos adoptará como valores propios los que el mercado le propone.

Si analizamos los contenidos de estos programas, encontraremos las mismas características en muchos de ellos: los adolescentes en televisión sólo quieren divertirse, dedicarse a la vida del espectáculo mediático dentro de la industria del entretenimiento simple, se aburre de la escuela, además de ser un costal lleno de hormonas sexuales cuyo objetivo principal en la vida es el ligue. Lo peor es que esta conducta mencionada le funciona dentro de la historia televisiva, convirtiéndolo en modelo a seguir para el espectador.

Ahora miren a su alrededor ¿cuántos niños y adolescentes han dejado de anhelar ser doctores, profesores o abogados para soñar con ser famosos? ¿Cuántos caen en la anorexia y bulimia por imitar la estética de aquellos que aparecen en pantalla?

Los jóvenes no son sólo hormonas o individuos rebeldes y con sed de protagonismo, poseen un potencial intelectual con el que pueden desarrollar grandes cosas a favor suyo y de los demás, el problema es que se les está enseñando a ser un simple engrane del sistema de consumo, ¡tenemos que cambiar eso!

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