“… money can’´t buy me love”
LOS BEATLES
Sucede que aprieto el pequeño botón del control remoto... la señal eléctrica se traduce en imagen, contiene un perfecto sincronismo entre la representación y el movimiento en la pantalla, que emula a personitas dentro del recuadro. Aun sin comprender toda esta maravilla tecnológica, dejo de sorprenderme. Y sigo...
Cambio de canal: encuentro comerciales sin creatividad, con productos innecesarios y de poca confianza... un click más y veo muchos simios durmiendo y otros discutiendo... creo que ese fue el canal del Congreso...
Dedo- Push- botón-y zaz me topo con ... ¿Periodismo rosa? Reconocemos nombres como Hilton, Lohan, Jolie-Pitt y otros penosamente celebres, quienes sonríen, lloran, mientras se burlan de nuestras miserias. Se pavonean en desfiles y alfombras rojas, viven en barrios nice, y manejan autos que ni en sueños veremos cruzar por las calles llenas de baches de Gómez Palacio o de Torreón. Este tipo de programas confunde malamente el término "Artistas" por el de "Famosos", y no le explico la diferencia para no insultar su intelecto de lector leído.
De canal cambio, los realitis (que son tan reales como la reforma migratoria y el cambio en México), nos venden una idea (y a un costo no bajito) de la vida, con la asombrosa imagen de ser famoso o morirse en el intento. Los participantes explotan su imagen hasta puntos denigrantes, exhibiendo intimidades y su vida privada, siendo reales o no.
Me pregunto a mí mismo (al tiempo usted puede preguntárselo también, si gusta), ¿a cuánto asciende en cifras redondas la privacidad? ¿Cuál es el precio de la dignidad? ... ¿acaso vale un millón? Su Humillón de dólares. Bueno, no me mal interpreten, (tal vez yo lo haría por la mitad de eso). Y no es lo que se les paga lo que me alarma, sino lo que gastamos nosotros en estos descoloridos personajes que no somos nosotros, no conocemos y ni siquiera deberíamos conocer. Omitiré nombres y ejemplos, usted ya también los tendría en cuenta.
Y así es como los más devaluados somos nosotros. Jóvenes mal soñando con dinero fácil. Quienes nutrimos nuestra existencia y moldeamos prototipos a partir de lo que nos venden, y que pagamos con mil horas frente a la pantalla. Empobrecemos nuestra imagen de lo que debería de ser la cosa ésta llamada "Vida", al distorsionar la imagen de la felicidad poniendo números y monedas, intentando comprar lo que no se puede vender.
Ellos se quedan con su humillón, yo con una hora menos de vida... ¡oh juventud! te vas para no volver... Triste crónica de una tarde de televisión.
¿Y con qué calidad moral me presento y puedo criticar a nuestra principal fuente de cultura en este mundillo polvoriento? Ah, pues sólo por que tengo muchos años viendo televisión: creo que ya era hora de ponerme rebelde (y no precisamente de los amigos de Anahí, que se ponen una corbata y aullan canciones bobas) para volverme contra la basura que nosotros mismos dejamos pasar a nuestro hogar.
¡DIGNIDAD! diría uno de la fila de atrás. Pues es de misma vergüenza reconocer que nosotros nos dejamos guiar, este entretenimiento humillante y enajenador, por las escasas muestras de sapiencia en TV. "La manipulación del Gobierno" dirán los paranoicos con su teoría de la conspiración. Mientras algunos manejan los millones, nosotros tenemos pocas opciones atractivas para ver; sin embargo mantenemos este sistema millonario que seca cerebros y empobrece el espíritu a partir de cambios de canal ... ¿¿qué?? ¡pues así me supo!; aunque suene a fanático religioso extremo.
Qué mala televisión. Quema la televisión (Jumbo)...
Este guapo columnista sugiere: apague la tele, y respire de vez en cuando. Vivir asusta, pero no mata. Con otro mágico push-botón y la imagen se cierra, y otra puerta se abre: de igual manera, sin entenderlo, las opciones del mundo aparecen.
Un saludo a todas las Dianas del mundo... y ya me voy porque va a empezar mi telenovela.