Se descubre. El premier británico Gordon Brown tachó a Gillian Duffy de intolerante por insistir en el tema migratorio durante un encuentro. AP
¿Es posible que una indiscreción verbal del primer ministro Gordon Brown pueda costarle las elecciones generales del 6 de mayo?
Brown cometió ayer una indiscreción a micrófono encendido al tildar a una mujer de 65 años de "intolerante'' tras insistir la electora sobre el tema de la inmigración durante un encuentro.
Brown, que al parecer tiene un carácter iracundo, habló con un ayudante tras alternar con los electores en el Norte de Inglaterra, pero sin darse cuenta que seguía portando un micrófono de la televisión que no había sido desconectado.
Es uno más de una larga serie de deslices de los políticos, cuyos comentarios privados han sido por accidente de dominio público, desde el chiste del presidente Ronald Reagan en 1984 declarando la guerra a Rusia al de George W. Bush cuando recibió en 2006 al predecesor de Brown, Tony Blair, con un campechano "compadre Blair''.
Y Brown no es el primer dirigente británico sorprendido en una indiscreción. En 1993, el entonces primer ministro John Major llamó "bastardos'' a los miembros díscolos de su Gabinete sin darse cuenta que había un micrófono encendido.
Empero, las consecuencias políticas de la indiscreción de Brown podrían ser severas, ya que ocupa el tercer lugar en los sondeos de opinión frente al conservador David Cameron y al liberal demócrata Nick Clegg.
El equipo electoral de Brown alteró esta semana su estrategia por creer que más contactos con el público favorecería sus posibilidades en las urnas. Eso era el plan, hasta ahora.
Tras hablar con la abuela Gillian Duffy en la aldea norteña de Rochdale, Brown dijo a su asesor, sin notar el micrófono encendido, que "esto fue un desastre, nunca deberían haberme puesto con esa mujer. ¿Quién tuvo esa idea? Fue ridículo''.
Al preguntarle lo que dijo Duffy para molestarle tanto, Brown indicó al ayudante que "de todo. Es una mujer intolerante''.