"Los tiempos no se han
Vuelto más violentos.
Se han vuelto más televisados."
Marilyn Manson
O se necesita de un motivo realmente de fondo para producir una rebelión. La noche de este primero de junio el barrio de Tepito vivió disturbios provocados por una información falsa de que se había desatado una ola de robos de niños. Las autoridades capitalinas reaccionaron bien y detuvieron a un grupo importante de rijosos sin generar mayores reacciones de violencia, pero el riesgo de estas explosiones está latente en Tepito y en otros lugares del país.
Marcelo Ebrard, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, lo sabe bien. Uno de los momentos cruciales de su trabajo con Andrés Manuel López Obrador ocurrió cuando, como secretario de Seguridad Pública, le tocó vivir el linchamiento de tres policías federales en San Juan Ixtayopan, Tláhuac, el 23 de noviembre de 2004. Sólo uno de ellos sobrevivió. Los dramáticos hechos, cubiertos en directo por los medios, fueron producidos por un falso rumor de que los policías se habían robado a un niño. El 6 de diciembre Ebrard fue removido de su cargo por el presidente Vicente Fox, quien, paradójicamente, con ese acto seguramente aseguró que Andrés Manuel López Obrador lo impulsara como candidato del PRD al Gobierno capitalino en 2006.
Los disturbios de Tepito empezaron también con una denuncia de robo de dos niños por parte de un padre, quien afirmó que alguien se los había arrebatado. La Procuraduría del Distrito Federal cuestionó la declaración y la propia esposa del responsable ha señalado que era una mentira. A esta información se añadió un rumor de que otros niños habían sido robados, pero la Procuraduría señala que no hay denuncias sobre estos presuntos plagios.
Pero al final el detonante es lo de menos. Los disturbios suelen ocurrir por circunstancias muy diversas. El movimiento estudiantil de 1968 estalló como una respuesta a actos de excesiva violencia de la Policía después de un pleito entre estudiantes de dos escuelas distintas del Centro de la Ciudad de México. Los linchamientos de Tláhuac, como lo señalé más arriba, surgieron de una información falsa sobre un presunto robo de niños. Los disturbios de Francia de octubre y noviembre de 2005, en que cientos de vehículos fueron quemados, estalló por la muerte de dos jóvenes musulmanes negros que buscaban escapar a la Policía.
En Tepito los bloqueos de calles en protesta por el supuesto secuestro de niños llevaron a un ambiente de rebelión. Un grupo de jóvenes secuestró un turibús. Otros circulaban en motonetas. Eran los mismos, dice el procurador Miguel Ángel Mancera, que se han quejado de los operativos que buscan impedirles circular sin cascos y sin placas. Para muchos, más que una rebelión, lo que sucedió era una fiesta. Sin embargo, hicieron daños en propiedad ajena y, según algunos reportes, asaltaron a transeúntes. Los mismos vecinos que habían iniciado los bloqueos se quejaron del rumbo que estaba tomando la protesta.
El operativo conjunto de la Secretaría de Seguridad Pública y la Procuraduría capitalina fue impecable. A pesar de los riesgos de un motín, los rijosos, muchos de ellos menores de edad, fueron detenidos. Los más jóvenes fueron amonestados y entregados a sus familiares. Otros pueden enfrentar procesos por destrucción a propiedad ajena. Lo importante, sin embargo, es que se logró detener el disturbio sin que se generalizara en un motín y sin que hubiera heridos ni muertos.
No es fácil, pero las cosas se pueden hacer bien.
SÓLO DOS VECES
Con razón nuestros seleccionados tienen tantos problemas para encontrar el gol. Mientras que otros equipos, como Brasil y Argentina, han reconocido que es contraproducente restringir las relaciones sexuales de los jugadores, los directivos mexicanos han decidido limitar a los nacionales, como si fueran presos, a sólo dos "visitas conyugales" a lo largo de la Copa del Mundo. Si ve usted a nuestros jugadores nerviosos y sin precisión, bien podría deberse a esta interdicción amorosa.
