ARCHIVO MUNICIPAL
La Comarca Lagunera desempeñó un papel preponderante en el levantamiento armado de 1910, que terminó con el régimen de Porfirio Díaz. Su estratégica ubicación geográfica y el vertiginoso desarrollo económico que experimentó durante las tres décadas anteriores al estallido, la convirtieron en escenario de primer orden en la Revolución. ¿Qué pasaba en la región durante los años y meses previos a ese 20 de noviembre de hace un siglo?
EL IMPULSO ECONÓMICO
Al despuntar el siglo XX, La Laguna -en especial, Torreón- era uno de los polos de desarrollo más importantes del país. En poco más de media centuria, ese páramo semidesértico que ocasionalmente era bañado y fertilizado por las corrientes del Nazas y el Aguanaval, y explotado casi de forma exclusiva con fines pecuarios, se transformó en una activísima comarca en donde el algodón se convirtió en sinónimo del progreso.
"Sin restar mérito a los primeros pobladores de estas tierras, debemos reconocer que La Laguna surgió como una consecuencia lógica de las necesidades económicas del porfirismo", explica Fernando Martínez Sánchez en el libro "Nueva Historia de Torreón". No es coincidencia que en los 34 años que duró el Porfiriato la región haya experimentado un crecimiento económico sin parangón en aquella época.
William K. Meyers, en su libro "Forja del Progreso, Crisol de la Revuelta", explica las razones del boom algodonero: "La política económica de Díaz dio atención prioritaria a la industria textil. Como en México la mayor parte de las telas de algodón provenía de fuera, elevó las tarifas sobre textiles importados, para aumentar la demanda del algodón nacional y estimular el desarrollo agrícola y comercial del país. Su política tuvo éxito y trajo consigo la expansión, si bien moderada, de la industria textil a partir de 1880 y coadyuvó directamente al florecimiento de la agricultura de La Laguna". El monocultivo algodonero fue la punta de lanza del desarrollo económico comarcano.
Según los datos aportados por Manuel Plana en el libro "El reino el algodón en México", para 1910 había en la estepa del Nazas cerca de 130 mil hectáreas (ha.) sembradas de algodón, pertenecientes a 24 propietarios.
Si bien los grandes latifundios del pasado habían quedado fraccionados, aún prevalecía la alta concentración de tierras en manos de unos cuantos, en detrimento del campesinado libre.
Para el cambio de siglo había en Torreón una pléyade de haciendas y ranchos que se aglutinaban en tres grandes entidades agrícolas: Torreón y Anexas, donde surgió la ciudad, propiedad de Feliciano Cobián; La Concha y Anexas, al norte del municipio, cuyo dueño era Carlos González, y Jimulco y Anexas, en el sur, que era dominio de Amador Cárdenas.
El florecimiento agrícola de estas empresas fue potencializado por el ferrocarril, el cual facilitó el arribo de nuevas inversiones y determinó el crecimiento de las áreas urbanas.
De esta manera surgieron y se desarrollaron Gómez Palacio y Torreón, que en 1910, a pesar de su corta edad, ya eran las principales ciudades de La Laguna, en donde se concentraba la mayor parte de la actividad industrial, comercial y financiera. Capitalistas de distintas partes del país y el mundo tenían intereses en esta pujante región. La familia Corral, de Sonora; Terrazas, de Chihuahua; Madero, Mendirichaga, Treviño y Reyes, de Coahuila y Nuevo León, y Martínez del Río y García Pimentel, de la Ciudad de México, contaban con fuertes inversiones aquí.
Empresas internacionales como la alemana American Metals; American Smelting and Refining Co., de los poderosos Guggenheim; Continental Rubber Co., de los influyentes Rockefeller, así como miembros de la British House of Lords fueron atraídos por la bonanza lagunera. El 'oro blanco' trajo el oro amarillo. La región estaba dentro de la dinámica económica mundial.
A la par de estas compañías se desarrollaron verdaderos emporios agroindustriales en torno al algodón, que abarcaban el cultivo, transporte y procesamiento de la fibra. Innovadores en este sentido fueron los integrantes de la familia Madero, una de las más acaudaladas del país.
Al finalizar la primera década del siglo XX, el otrora inhóspito paisaje estaba dominado por industrias de textiles, aceites, jabones y fundiciones, bancos y todo tipo de comercios (ver tabla). En consonancia con este notable progreso económico se dio un inusitado crecimiento demográfico urbano.
URBE DEL DESIERTO
Hasta 1900, el incremento de la población en La Laguna se había dado en mayor medida en el área rural. Con el cambio de centuria, esta situación se modificó y fueron las zonas urbanas las que registraron el mayor aumento.
Así, de 13 mil 845 habitantes que tenía Torreón en 1900, en tan sólo 10 años pasó a una población de 34 mil 271, convirtiéndose en la segunda ciudad más poblada del país que no era capital de estado, según los datos de Manuel Plana.
Una característica importante de la ciudad era su fuerte componente de población inmigrante. Según William K. Meyers, el número de extranjeros en Torreón rebasaba los cinco mil.
Además, de varias partes de la República venían contingentes de trabajadores agrícolas e industriales, atraídos por los más altos jornales que se pagaban en México.
Con sus calles planeadas, sus teatros, mercado, casino, plaza, tranvía y demás servicios, Torreón -recién elevada al rango de ciudad en 1907- era en 1910 el orgullo de la administración de Porfirio Díaz.
UN POLVORÍN SOCIAL
Pero no todo era desarrollo y crecimiento. Detrás de toda esa riqueza se escondía una profunda desigualdad social y una marcada rivalidad entre la élite. "La existencia de una gran población sin tierra en un área de elevada concentración de la propiedad creó una situación potencialmente explosiva (...) En tanto que los litigios por el agua dividieron a la élite, la lucha por la tierra dividió a la región entre propietarios y desposeídos", se lee en el libro "Forja del Progreso...".
El descontento social comenzó a hacerse cada vez más patente. El levantamiento magonista de 1908 en Viesca representa la llamada de atención más importante antes del estallido de la Revolución.
LA AGITACIÓN POLÍTICA
El año de 1909 fue de gran agitación en la región. En su libro "Historia de Torreón", Eduardo Guerra narra que el 4 de julio se llevó a cabo un mitin del Club Organizador del Partido Democrático en el teatro Ricardo de la Vega, con al presencia de Benito Juárez Maza, Rafael Zubaran, Jesús Urueta y Heriberto Barrón, quienes impulsaban a Bernardo Reyes, entonces gobernador de Nuevo León y persona muy cercana a Porfirio Díaz, como vicepresidente de la República, frente a la candidatura oficial de Ramón Corral.
El teatro se vio abarrotado. Al llamado acudieron desde capitalistas hasta obreros. Ese mismo día se instaló el Club Democrático de Torreón con Felícitos Villarreal, entonces gerente de la Metalúrgica, como presidente. El reyismo, según Guerra, tenía raigambre en Coahuila y en La Laguna.
En reacción, el 7 de julio se crea el Club Reeleccionista de Torreón, encabezado por Luis García de Letona, como presidente, y Leopoldo Escobar, como vicepresidente, que apoyaba a Corral. Este grupo, siguiendo las instrucciones de la capital del país para acabar con las aspiraciones de Bernardo Reyes -quien, pese a su cercanía con Díaz, terminó expatriado- logró arrebatar a los reyistas el control político estatal y local a través de audaces maniobras.
Con la mediación de Rosendo Pineda, prominente figura de grupo de los científicos, consiguieron destituir a Miguel Cárdenas de la gubernatura, para colocar en su lugar a Praxedis de la Peña, y a Juan Castillón de la jefatura política de Torreón, puesto que asumió el propio García de Letona. A Juan Eugenio Cárdenas -hijo de Amador, el terrateniente- no lo destituyeron de la alcaldía, sino que esperaron a que terminara su mandato de un año, como eran en aquel entonces.
Por esos mismos días, el Partido Antirreeleccionista, que impulsaba la candidatura a la Presidencia de la República de Francisco I. Madero se asentó en San Pedro y luego Torreón. El Club Antirreeleccionista de esta ciudad estaba integrado por un nutrido grupo de personas de la clase media y encabezado por José Rodríguez, Manuel M. Oviedo, los hermanos Eugenio, Luis y Adrián Aguirre Benavides y Orestes Pereyra.
El 6 de octubre de 1910 llegaron a Torreón el ministro de Fomento, Olegario Molina, y Rosendo Pineda. Eduardo Guerra pone sobre relieve la trascendencia de esta visita: "desde que fuera incubada y desarrollada la maniobra política de García de Letona (...) que arrojó al régimen imperante en Coahuila, asestando golpe terrible al pujante reyismo, Torreón adquirió señalada importancia para los directores de la alta política (...). De allí se estableció un procedimiento de intervención directa de los altos directores de México, en los detalles más nimios de la política local de Torreón. Por ejemplo, la conformación de la lista de candidatos a munícipes. Los porfiristas impusieron a Leopoldo Escobar como alcalde para 1910. Torreón, y en general La Laguna, estaba bajo la vigilancia del Gobierno Federal.
Ya en 1910, la oposición ejercida por García de Letona frente al cobro excesivo que, por medio de un decreto del Gobierno del Estado, pretendía aplicar la Empresa Abastecedora de Agua y Saneamiento de Torreón, propiedad de Fernando Pimentel y Fagoaga y de Porfirio Díaz hijo, por obras y servicios, ocasionó su destitución como jefe político del distrito, cargo que fue suprimido y cuyas funciones acaparadas por el alcalde Leopoldo Escobar.
Los antiguos reyistas pasaron a engrosar las filas del Club Antirreeleccionista en Torreón. Cuando Madero fue detenido en Monterrey y luego trasladado a la penitenciaría de San Luis, el régimen de Díaz desató una persecución de simpatizantes del parrense por todo el país. En Torreón, el primero en ser encarcelado fue Adrián Aguirre Benavides.
Luego de la cuestionada elección presidencial que volvió a ganar Porfirio Díaz, se llevaron a cabo los preparativos para la celebración del Centenario del comienzo de la lucha por la Independencia. En Torreón, la junta creada ex profeso, presidida por el mismo alcalde Escobar, organizó un programa de festejos que abarcaba diez días.
El tradicional Grito de Independencia se dio desde le balcón-terraza del Casino de la Laguna, "(...) la multitud congregada por millares en la Plaza Principal, esperaba el instante de emoción... El presidente municipal, doctor Escobar, empuñando la enseñanza (sic) nacional, y con voz sonora, vitoreó a los héroes de la patria y a México, y al vítor oficial respondió el espontáneo del pueblo. ¡Viva Madero! ¡Viva Madero!", se lee en la "Historia de Torreón".
Cuando terminó la ceremonia oficial, se improvisó una tribuna en el kiosco de la plaza, desde donde Eugenio Aguirre lanzó arengas a la multitud, incitando a la rebelión. Entre los vítores a Madero, se dejó escuchar un rencoroso grito: "¡mueran los chinos!", señal premonitoria de la tragedia que sobrevendría un año después.
Ante la creciente agitación política y las cada vez más fuertes sospechas de sublevación, el alcalde Escobar optó por la represión. Eugenio Aguirre fue detenido y castigado, pero al recuperar la libertad, retomó la senda de la rebeldía. Nada detenía ya al viento de revolución que soplaba en la comarca.
"El día 3 de noviembre de 1910 -relata Guerra- llegó a Torreón un correo personal secreto de don Francisco I. Madero", dirigido a Manuel N. Oviedo. El correo incluía, además de instrucciones, una copia del Plan de San Luis. En cónclave con Orestes Pereyra, Alfonso Barrera Zambrano, Mariano López Ortiz, entre otros, el destinatario de la misiva leyó el famoso "Manifiesto a la Nación" que convocaba al pueblo mexicano a levantarse en armas contra la tiranía.
En los días posteriores, la conspiración se fraguaba en ambos lados del Nazas. En Gómez Palacio, Jesús Agustín Castro y Dionisio Reyes lideraban un grupo de hombres dispuestos a atender el llamado de Madero. Como de aquel lado del río estaban mejor organizados, los torreonenses decidieron unirse al contingente duranguense para iniciar la lucha. Mientras los maderistas complotaban, a la Presidencia Municipal de Torreón llegaban mensajes anónimos que señalaban a diversos personajes como parte del grupo de conspiradores.
Cuando el alcalde Leopoldo Escobar pudo conocer más detalles de la sublevación que se estaba fraguando en la región, viajó a mediados de mes a la Ciudad de México para reportar la situación.
Al enterarse de la muerte de Aquiles Serdán en Puebla, de forma súbita el munícipe tomó el tren a Torreón acompañado de Ismael Zúñiga, jefe político de Lerdo. Llegaron a la Comarca la mañana del 20 de noviembre. La tarde de ese mismo día, 88 hombres salieron de una casa habilitada como cuartel en Gómez Palacio para dirigirse a Santa Rosa, en donde se unieron al grupo de torreonenses que dirigía Alfonso Barrera. Tomar la "Perla de la Laguna" se les hizo una empresa imposible tomando en cuenta los recursos de que disponían, por lo que decidieron ir hacia la Comandancia de Policía de Gómez Palacio con el objetivo de tomarla. Así fue cómo inició la Revolución en La Laguna.
Empresas
Los nombres de las industrias reflejan el "espíritu" de aquella época prerrevolucionaria:
⇒ Fábrica de Hilados "La Fe".
⇒ Jabonera "La Unión".
⇒ Fábrica de Hilados y Tejidos "La Constancia".
⇒ Jabonera "La Esperanza" (GP).
⇒ Fábrica de Hilados "La Alianza".
⇒ Fábrica de Textiles "La Amistad" (GP).
⇒ Había también bancos como: de Coahuila, de Londres y México, Americano, Agrícola Hipotecario, Mercantil de Monterrey, de Nuevo León y Chino.
⇒ Y comercios: Buchenau y Compañía, Julián Lack, Compañía Mercantil de Torreón, García Hermanos, Dodson Manufacturing Co.