Duros años en los que, por las noches, solíamos escuchar en la radio las noticias de la Segunda Guerra Mundial en nuestras propias casas y en cualquier lugar del país. Éramos, los de nuestra generación, unos adolescentes verdes e inmaduros, que no pensábamos en quienes combatían, si eran humanos iguales a nosotros o que vivían y morirían en cualesquier trinchera de la campiña europea. Nosotros respirábamos seguros, en la olvidada provincia de la república mexicana, muy lejos de los campos de batalla.
En largas sobremesas cenitales, nuestros padres, abuelas y tías, narraban el horror que experimentaron durante la Revolución Mexicana y en los subsecuentes tiempos; que fueron los "de la gran necesidad" en que escaseaban los alimentos, pues el Gobierno vaciaba los mercados y guardaba la carne, los granos, los cereales y otras subsistencias en las bodegas establecidas en la capital de Coahuila, para ser reenviadas a los puertos marítimos del Golfo o del Pacífico y finalmente a España y otros países europeos. "Coman poco, lento y sin desperdiciar, para que nos rinda" recomendaban los maestros y nuestros padres; pero siempre concluían con una frase ominosa: "Ahora hay algo que comer, mañana no sabemos".
Entre tanto, en una aula de la inolvidable Secundaria Madero de Parras, el profesor Sabas Rodríguez forzaba su caletre para explicar los porqués de aquella conflagración mundial mediante las ideas extractadas de un libro del mayor filósofo de México: don Antonio Caso, intitulado "El peligro del hombre". Don Sabas repetía palabra tras palabra un discurso que el señor Antonio de los Ríos y Rosas, gran retórico español, recién había pronunciado en defensa de la monarquía constitucional de aquel país. Así lo explicaba: "Todos los gobiernos, de cualquier naturaleza que sean, cualesquiera que sean sus fundamentos, descansan en una ficción legal; no en una impostura, no: pero sí en una ficción legal, que no es realidad, sino hipótesis, aunque fuese una hipótesis necesaria".
"No quiero reborujarles su cabeza, muchachitos,
", (ese ritornelo era algo así como un tic verbal de don Sabas) quien agregaba: "pero toda forma política constitucional es una ficción necesaria y legal, porque implica una hipótesis, la más plausible, la mejor. Se mira claramente que no se trata de una cosa real, sino de algo que substituye a la realidad, de donde se parte para definir (
) la base del orden público; pues si recorremos la serie de hipótesis, de ficciones, toda la civilización europea se encuentra con que siempre es ficticia la teoría política que se admite, y que siempre hay una ley constitucional que la formula y sostiene, la que prescribe un ideal hipotético, en vez de consagrar la realidad tangible".
Tartamudeaba el maestro, pero seguía con la exposición: "Como dijo De los Ríos y Rosas en su discurso "La monarquía absoluta descansa en la ficción de que una familia, la familia real, la dinastía, produce en cada generación un hombre bueno y sabio y apto para gobernar. Igual las aristocracias descansan en la ficción de que la aristocracia creada produce en cada generación un número dado de primogénitos aptos, capaces y sabios para el gobierno. Los demócratas, más radicales, crean una ficción real más grande en la que descansan; descansan en la ficción de que la mayoría de los ciudadanos quieren el bien y el derecho, los desean, aspiran a realizarlos, y saben y pueden realizarlos".
Ahora, ya adultos, pensamos: cambiarán los tiempos, pero los conflictos bélicos siempre están a la vuelta de la esquina, y de éstos nos enteramos por la alarma que crece en el campo y en las ciudades; también por los periódicos, por la televisión y por la radio. Entonces supimos que Don Antonio Caso apuntaba a su objetivo: "Cayó Europa en espantosa crisis económica. El oro - la materia más móvil de todas, la más "sensible"- principió a desalojarse de plaza en plaza. Buscaba su seguridad (porque el oro es desconfiado, inteligente y temeroso), mas el oro es apenas un índice (¿como los indicadores bursátiles?), pero lo que vale oro es lo fundamental. Y lo que vale oro, en nuestro siglo de las máquinas, es hierro, petróleo, carbón,... ¿Tenéis hierro petróleo y carbón?.. ¡Tendréis oro!..
Y más dijo nuestro filósofo: "los pueblos fascistas Alemania, Italia y Japón, son relativamente pobres". Esto escribía en 1942: "Las democracias Estados Unidos, Inglaterra y Francia son países ricos. Rusia también lo es, pero Francia no tiene petróleo. No ha logrado hallarlo en la inmensa extensión de su imperio colonial. Esto constituye su debilidad, frente a las potencias sajonas".
Aviso, queridos lectores, que nos llevará por lo menos otra entrega la tarea de seguir el paso a don Antonio Caso, rumbo al fin de su especulación. Los espero, si ustedes gustan, el siguiente jueves.