Luego de un año de argumentos encontrados, décadas de fracasos y un siglo de esperanzas rotas, Estados Unidos está cerca de alcanzar un sistema de salud en el que casi todos los ciudadanos tendrán seguro médico. El cambio que se avecina reestructurará un sexto de la economía y desmantelará el status quo.
Desde el punto de vista histórico, es probable que el programa de salud del presidente Barack Obama, que la Cámara de Representantes aprobó el domingo en la noche, sea uno de los actos de política interior más osados que hayan realizado un presidente y un Congreso.
Pero el cambio no será de un día para el otro: la gran expansión de la cobertura médica incluida en la reforma llegará en cuatro años.
En cambio, el 30 de junio de 1966, el presidente Lyndon Johnson lanzó el seguro médico gubernamental para los ciudadanos de la tercera edad con apenas tres palabras: "Medicare empieza mañana".
Obama y Johnson comparten una cosa: son los únicos presidentes que han logrado aprobar leyes de salud trascendentales.
¿Por qué ha sido tan difícil ampliar la cobertura médica en Estados Unidos? En parte porque en las raíces del país se encuentra la creencia que hay que valerse por uno mismo y que un gobierno central fuerte resulta sospechoso.
En 1854, el presidente Franklin Pierce, por ejemplo, vetó un proyecto de ley de salud mental nacional. Argumentó que sería inconstitucional, pues la salud es un asunto privado en el cual no debe interferir el gobierno.
Reformista tras reformista vieron sus planes frustrados.
Franklin D. Roosevelt reescribió el contrato social al ampliar los beneficios laborales y de retiro, pero luego mandó a la nación a la guerra y la iniciativa de crear un seguro médico nacional pasó a segundo plano. Al final, también le resultó elusiva.
Aún así, el sentido de responsabilidad social en la salud de los ciudadanos creció. En 1930, los estadounidenses pagaban cerca de 80% del costo de atención médica en el país. Ahora, programas federales y estatales cubren la mitad del costo y se esperaba que esa cifra sobrepasara el 50%, aún sin el plan de Obama.
¿Por qué participa el gobierno en la atención médica? Porque el ideal de cuidarse los unos a los otros también es parte de la esencia de la nación.
Hace casi un cuarto de siglo, el entonces presidente Richard Nixon estaba listo para obligar a las empresas a que les dieran seguros a sus trabajadores o pagaran multas.
El plan de Obama comparte la esencia de proveer cobertura a los pobres contemplado en la propuesta del republicano Nixon.
En aquel entonces, los progresistas y sindicalistas pensaron que al desdeñar el plan de Nixon lograrían algo mejor en el futuro, pero no fue así. En una movida parecida, Bill Clinton aspiró a mucho durante su presidencia y también se estrelló.
Obama tomó en cuenta estas lecciones. Al final, logró más que las medidas graduales que tuvieron éxito en el pasado y menos que los planes idealistas que fracasaron.