José Luis Galindo Amaya. Nació el 7 de agosto de 1941; falleció el 26 de mayo del 2010. Aprecio. Cientos de personas se dieron cita en el Templo de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús para darle el último adiós.
Cientos de feligreses y decenas de sacerdotes, encabezados por el Arzobispo, además de sus familiares, dieron el último adiós al presbítero José Luis Galindo Amaya, quien falleció el pasado miércoles a sus 68 años de edad.
El padre Galindo, quien dedicó 45 años de su vida al sacerdocio, fue despedido en la Iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús entre lágrimas y júbilo, pues a pesar de la tristeza sentida por su partida existe la fe y confianza de que estará gozando de la alegría eterna en el cielo.
MUESTRAS DE CARIÑO
Fue impresionante ver las muestras de cariño de la gente y de los propios sacerdotes. El templo se llenó de arreglos florales y al momento de llevarse a cabo las honras no quedaba un espacio libre para otra persona, pues todos quería estar por última vez junto al féretro del presbítero.
Una enfermedad y los designios del Señor permitieron a José Luis Galindo despedirse de este mundo con la esperanza de la resurrección del último día.
INICIA LA DESPEDIDA
Eran las 2:30 de la mañana cuando llegó el féretro con el cuerpo del padre Galindo a la iglesia ubicada en la colonia Hipódromo; en ese momento ya había bastante gente en su espera, quienes formaron una valla para el ingreso del cuerpo. El padre Juventino Pinela, quien está encargado del templo, precisamente por la ausencia del padre Galindo, ofició la primera misa en memoria del fallecido.
Las oraciones y rosarios no pararon en el interior del templo hasta las 8:00 de la mañana, cuando nuevamente el padre Pinela celebró otra misa en su honor.
Poca gente se fue a descansar; sin embargo, más feligreses llegaban para acompañar al padre Galindo.
A las 11:00 de la mañana el señor obispo Juan de Dios Caballero arribó a la Iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, para oficiar la tercera misa en compañía del presbítero Jesús Rivas Rodríguez.
Las coronas seguían llegando y el templo nuevamente se llenó con la celebración de monseñor Caballero.
LLEGADA DEL ARZOBISPO Cerca de las 13:30 horas, desde la prelatura de El Salto, Pueblo Nuevo, arribó otro sacerdote, el padre Soto, quien ofreció la celebración eucarística también por el eterno descanso de su alma.
Mientras tanto ya se hacían los preparativos en el Panteón de Oriente, donde sería sepultado.
A las 16:00 horas estaban anunciadas las honras, ceremonia que sería presidida por el señor arzobispo Héctor González Martínez, acompañado del señor obispo auxiliar Enrique Sánchez y el obispo emérito Rafael Barraza, además de cerca de 40 sacerdotes de diferentes parroquias de la entidad.
El templo se abarrotó desde antes de que llegaran los sacerdotes, quienes entraron en procesión para colocarse en el presbiterio y dar inicio a la ceremonia.
OBEDIENCIA Y FIDELIDAD Las palabras del señor Arzobispo fueron claras, reconoció la trayectoria del padre Galindo, así como su obediencia y fidelidad en su ministerio.
Después de la homilía el señor Arzobispo mencionó que por el año sacerdotal se habían entregado reconocimientos a algunos sacerdotes, siendo el padre José Luis acreedor a uno de ellos, y fue su sobrino Jaime Gómez Galindo quien pasó a recibirlo.
Finalmente el sacerdote Juventino Pinela, compañero de ordenación del padre en mención, dirigió unas palabras en las que señalaba la entrega que siempre tuvo en el desempeño de su actividad eclesiástica.
Asimismo recordó cómo cada año se reunían los 17 sacerdotes ordenados aquel 16 de diciembre de 1964, en diferentes parroquias, donde compartían sus experiencias.
Al terminar dicha celebración, seis presbíteros cargaron el féretro para llevarlo a la carroza, acompañados de los demás sacerdotes y feligreses asistentes, para dirigirse al panteón.
Su cuerpo fue depositado en el mismo lugar donde yacen los restos de sus padres Agustín Galindo y Gregoria Amaya (mamá Goyita y papá Tin). Descanse en paz.
Vida y obra de un gran sacerdote
José Luis Galindo Amaya nació el 7 de agosto de 1941 en el barrio de Tierra Blanca; hijo de Agustín Galindo y Gregoria Amaya, fue el octavo de diez hermanos. Antes de ordenarse como sacerdote el 16 de diciembre de 1964, se preparó en los seminarios de Durango y Moctezuma, en la Unión Americana.
Siempre atento en su vocación, ya como presbítero, se preparó durante un año en la Santa Sede del Vaticano, cerca del papa Juan Pablo Segundo, en la década de los 80.
Fue sacerdote en San Miguel, en San Martín de Porres, en el Templo de Nuestra Señora de la Salud, en Catedral y en la Iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús; además, estuvo oficiando en Gómez Palacio, Durango y Sombrerete, Zacatecas.
Con su partida, alcanzó en el cielo a sus padres y a sus hermanos Gregorio, Jesús, Juan, Pedro y Concepción. Le sobreviven Mario, Jesús, María y Lola.