NUEVA YORK.- Siempre es bueno verse en un espejo ajeno. Para acercarnos a lo que sucede en Gran Bretaña imaginemos el siguiente escenario hipotético. Es julio de 2012 y el IFE acaba de anunciar los resultados de la elección. Marcelo Ebrard ganó la Presidencia por primera vez para el PRD tras 12 años de gobiernos del PAN. Ebrard se puso en el primer lugar con un raquítico 1% de diferencia frente al candidato del PRI, pero en las elecciones del Congreso federal, el PAN se posiciona como la primera fuerza. En otras palabras, Ebrard sería un presidente con poco respaldo popular y con un Congreso adverso. Los primeros años de su gobierno pintarían para una tormenta perfecta.
Luego de 13 años de gobiernos laboristas, los votantes británicos acaban de causar una tormenta propia en el Reino Unido al favorecer en las urnas al Partido Conservador de David Cameron, pero sin darle los 326 escaños necesarios en el Parlamento para formar un gobierno de mayoría. Por ello, Cameron no puede posicionarse como el nuevo Primer Ministro y lo que hay en estos momentos es una obligación institucional a negociar coaliciones legislativas con el partido Liberal-Demócrata de Nick Clegg, que obtuvo el tercer lugar del voto.
A diferencia del México presidencialista desincentivado a formar coaliciones, el del Reino Unido es un sistema parlamentario en el que el partido que obtiene la mayoría de los votos forma un gobierno que de cualquier manera está obligado a negociar sus programas de gobierno con un congreso profesionalizado. A diferencia de México, el Reino Unido no tiene un sistema de representación proporcional a nivel nacional, sólo lo ha usado en elecciones locales, en Gales, Escocia, Irlanda del Norte y para la alcaldía de Londres, pero no en las elecciones nacionales.
En otras palabras, la democracia británica había tenido casi cuatro décadas de gobiernos estables, pero hoy esto ha cambiado y se presenta una oportunidad de oro para una nueva reforma electoral en el Reino Unido que termine con un sistema que ha creado un bipartidismo de facto, al favorecer al laborismo y en menor medida a los conservadores, pero que castiga a los partidos pequeños, en especial a los liberales demócratas que pese a que históricamente han conseguido buenos resultados electorales éstos nunca se han traducido en más escaños en el Congreso.
Por ello, el académico Timothy Garton Ash, entre otros analistas más, han llamado a los votantes a darse cuenta de lo "poco representativo" que es el sistema electoral británico y ven en esta elección esa oportunidad para que los dos principales partidos se metan de lleno a una reforma electoral.
En 1997 Tony Blair prometió un referéndum sobre el tema de la representación proporcional, que nunca se realizó, y hoy el debilitado Gordon Brown también promete una reforma electoral para junio de 2010 o para el próximo año que incluya la representación proporcional, en un franco intento de aferrarse al poder y de conseguir el apoyo de Nick Clegg y de los liberales demócratas.
¿El escenario inmediato? La negociación para formar un gobierno de transición con David Cameron o con Gordon Brown al frente. Ambos negocian de forma abierta y pública con Nick Clegg. Quien convenza a los liberales demócratas se asegurará la formación de un gobierno que llame a elecciones en octubre próximo o el año que entra. Y sin embargo, lo interesante será ver qué sucede de aquí a entonces. Ningún país puede vivir sin autoridades y el Reino Unido tiene además intereses nacionales, europeos y globales que atender de inmediato.
Hoy Gordon Brown no está obligado a renunciar a su cargo y si consigue el apoyo de Clegg podría formar un gobierno que lo dejaría un poco de tiempo en el poder, antes de convocar a nuevas elecciones, como señala el politólogo Tony Travers, de la London School of Economics. De igual forma, Cameron también podría formar un gobierno si Clegg acepta las ofertas de Cameron, quien no parece dispuesto a ceder a la reforma electoral que desean los liberales demócratas.
Gran Bretaña vive hoy un momento de quiebre. México lo tuvo en las elecciones presidenciales de 2006 y el resultado de que nuestra clase política vive en la simulación eterna y de que al ciudadano promedio no le interesa la política está a la vista de todos. Una reforma política congelada, otra reforma de derechos humanos simulada, una agenda antimonopolios de risa.
Desde hace casi 36 años no se presentaba el resultado electoral que hoy tienen los británicos, un hung parliament, cuya traducción se presta al juego. Bien podría ser o un parlamento "empatado" o "balanceado", pero también un "parlamento bien dotado". La ausencia de una mayoría en el legislativo británico produce la oportunidad de un congreso "bien dotado" para el cambio. Desafortunadamenete, nuestro Congreso ha estado bien dotado, pero para no tocar el sistema y el 2012 está a la vuelta, ¿será una tormenta?