Lo malo del cese de tres magistrados es una medida de botepronto en que el gobernador decide que hay que hacer algo y lo único que se le ocurre o le aconsejan, es que corra a quien legalmente no puede correr, no sin que antes se les hubiera fincado una acusación para saber si incurrieron en una falla que ameritara su destitución.
De lo que se alcanza a saber es que el cese es consecuencia de una resolución en la que los magistrados resolvieron que no había pruebas para considerar que un sujeto era responsable del delito que le imputaba el fiscal chihuahuense (era el asesinato de Rubí Marisol, hija de la hoy también sacrificada por un disparo de arma de fuego, que a su vez tan sólo reclamaba justicia). Las pantallas de la televisión dieron imagen a lo que había sucedido en plena calle en donde se hallan varios edificios que ocupan las autoridades del estado de Chihuahua, aun la del propio ejecutivo estatal.
Esos son los hechos que conocemos los televidentes y lectores de noticias en los periódicos. Así con la rapidez con la que obró el gobernador para demostrar que en su entidad se castiga a quien incurre en no sabemos qué, (quizá, pudo ser, en dictar una resolución contraria a las constancias procesales), pero no se hace la misma labor cuando se comete un delito a la luz del día con todas las agravantes.
No hace mucho acaba de tomar posesión de su cargo el señor gobernador y ya está demostrando lo que del él puede esperarse. Agreguemos el secuestro posterior de un familiar de la pareja de la asesinada y la quemazón provocada en un negocio de carpintería y nos daremos cuenta de la vesania con la que actuaron los autores de tales hechos. (Ahora podrá el Ejecutivo, si apura el paso, cesar al cuerpo de bomberos).
El cese fulminante de los magistrados es resultado de la novatez del mandatario. Deje que las cosas acumulen días y como suele pasar en otras entidades, los asuntos pronto se olvidan. No hay memoria colectiva y aun habiéndola poco se puede hacer, dado que surgen nuevos asuntos que reclaman la atención ciudadana, cubriendo el polvo del tiempo los anteriores. Ejemplos los hay a montones a lo largo y ancho del territorio.
Uno tras otro se van acumulando en archiveros sin que nadie se vuelva a acordar de su existencia. En eso confían los gobernadores colmilludos. De ahí que la separación de los cargos que ocupaban los magistrados, por ese y otros motivos sean considerados como una medida defensiva en que el gobierno agudiza su ingenio para entregar, como medida de distracción, a los magistrados con el pretendido afán de salvarle el cuello al titular del Ejecutivo.
La confesión no fue suficiente. Es posible que siendo la única prueba en que se apoyaba el Ministerio Público a juicio de los magistrados no era suficiente para dictar sentencia condenatoria, de acuerdo con un criterio cerrado. Demostrándose en los autos del proceso que carecía de certeza jurídica por angas o por mangas. De aquí en delante los jueces en Chihuahua, tendrán que considerarla como prueba con valor pleno. ¿Hubo impunidad?
Lo que sucede es que no basta que confiese el inculpado, aun se haya obtenido bajo ciertas reglas y requisitos, no es suficiente.
En la mayoría de los casos se requiere de otros elementos probatorios que no sé si los hubo en este caso. En fin, no digo que se deba absolver al inculpado, sino que al parecer se precipitó el mandatario.