Con rivales como Monarcas e Indios, Santos Laguna ha tenido tiempo para acomodarse en este Torneo Bicentenario. Con los primeros batalló pero con los segundos pudo haber seguido sumando de tres y sin embargo desaprovechó el tiempo al arrancar metido atrás.
Lo bueno apenas va a comenzar porque los futuros rivales, empezando con el de mañana, que es el Atlas, han asomado ya las uñas, goleando a sus contrincantes, como lo hicieron los Zorros, dándole la gran desconocida a los actuales campeones, que tuvieron que aceptar que el contrario los zarandeó.
Después de los tapatíos, los de la Comarca enfrentarán al Cruz Azul en el estadio de los cementeros y luego recibirán al Toluca, con horario modificado pues éste será a las cinco de la tarde por cuestiones de compromisos con la televisora del Ajusco.
Y luego Santos irá a la Sultana para enfrentar a los Tigres que siempre están con deseos de vencer a los de la Comarca, desde aquellos lejanos años en que empezó una rivalidad que no termina, ya que entra de por medio el orgullo norteño, ahora acrecentado por quien dirige a los felinos.
Santos Laguna tiene hoy día el más bello estadio del futbol mexicano, y sólo le falta que también ofrezca un buen espectáculo, pues tiene elementos para brindarlo y no para guardarlo en el vestidor o en la banca donde duermen su sueño los incomprendidos y desaprovechados.
Ahí está el caso de Carlos Darwin Quintero, quien no aparece entre los titulares y a veces ni la nariz asoma, como ocurrió en el encuentro contra Indios, donde el colombiano se quedó esperando una oportunidad que nunca llegó.
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