Decíamos el otro día, que nos daba gusto que Rubén Omar Romano haya venido a estas benditas tierras laguneras en busca de su reivindicación como técnico y que empiecen por fin a dársele las cosas que tanto esperó. Y mire usted que al principio fuimos de sus más severos críticos.
Sobre todo cuando por algún tiempo se empeñó en utilizar adelante solamente a Vicente Matías Vuoso, un buen jugador pero que parece ha dejado pasar sus mejores tiempos, a menos que retome la humildad y la tenacidad en el trabajo, como lo mostró a su llegada, cuando era un desconocido.
Quizá Romano tenía razón, dándole oportunidad tras oportunidad a Vuoso, quien ha sido un gran ídolo en la Comarca, pero que no puede presumir de muchas amistades en la Comarca porque pronto se volvió altanero, soberbio e intratable y de eso tenemos pruebas porque a nosotros nos trató como al balón, con el pie.
Rubén Omar es trabajador, humilde, callado. No habla más de lo que se requiere y trata a todo mundo con respeto, y conste que nunca hemos cruzado una palabra con él, pero a la distancia lo vemos sin poses ni soberbias, que tanto le sobraban, por ejemplo, a Daniel Guzmán.
Salvador Reyes júnior, que es su ayudante, varias veces nos ha invitado a tratar a Romano y le hemos dicho que tengamos paciencia para que el técnico siga en lo suyo, que es darle forma otra vez a un equipo que ya lo vio él, quiere mucho una Comarca y en muchas partes del país.
Vemos también con gusto que está trabajando mucho con gente que había sido olvidada, como Paco Torres y Fernando Arce. A todos los toma en cuenta y esto le traerá buenos dividendos. Además, avanza hacia la conquista del reconocimiento de la tribuna , aunque sabe que hay mucho por componer.
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