Teniendo Santos Laguna un equipo bien conformado, casi en todas sus líneas, ¿qué requiere entonces para no verse tan presionado con marcadores en contra ya en el primer tiempo? Es sencillo establecerlo, las fallas están en la zaga, especialmente por el centro.
Nos sigue dando la impresión de que la ausencia inexplicable de Rafael Figueroa es cada vez más notoria, pues el guerrero lagunero era en otros tiempos imprescindible en la zaga, no sólo por su garra y entrega, sino por los avances que iba teniendo al marcar a rivales de peligro.
Otro detalle importante que se nota es que falta más coordinación entre un sector de la media cancha y la defensa, porque el arranque de los rivales a la ofensiva se da precisamente en terrenos de la cintura, ahí donde los buenos jugadores no deben permitir el paso libre y confiado de los rivales.
Juan Pablo Santiago es un jugador que ha querido rendir bien, pero hoy no pasa por su mejor momento. Ahí tiene ese apoyo que quiso darle por la banda a Iván Estrada y falló, lo que provocó el enojo de la afición, que posteriormente le dedicaba abucheos al tocar cada balón.
El regreso de Oribe Peralta a estas sus tierras ha sido exitoso. Maduró en tierras chiapanecas y entendió lo que debía aportar, semejándose mucho su estilo al de Vicente Matías Vuoso, peleando todos los balones y nunca dar una jugada por concluida pues podría completarse con chilenas.
Rubén Omar Romano va avanzando con sus planes, y nos da gusto saber que no es conformista y que cada semana tiene nuevos retos para ir mejorando el accionar del cuadro de la Comarca, que por ahora sigue al frente del Grupo Tres, donde ya le pisan los talones los Pumas y la Máquina Celeste.
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