En este tiempo, el de los Días Santos, que es de meditación, análisis y reflexión de lo que nos ha ocurrido, de las cosas buenas y malas que han pasado, oportunamente llega a nuestras manos un libro que nos ha regalado nuestro estimado amigo el doctor Luis Mario Rodríguez, titulado Pelé, mi legado.
Leerlo ha sido una grata sorpresa, porque desde el prólogo, escrito por Paulo Coelho, es una gran experiencia, ya que este hombre, famoso por sus mensajes de superación, nos dice: La reflexión sobre lo vivido enseña a distinguir lo que es pasajero y lo que es definitivo.
Y luego, Pelé, ya entrando en materia nos dice casi al principio: Tenía 15 años, y una mañana muy temprano, con mis pocas pertenencias bajo el brazo, salí de mi cuarto, en las instalaciones del Santos, en Vila, con la intención de volver a Baurú, mi hogar de la infancia.
De pronto, el hombre encargado de cuidarnos, el callado y de edad madura que nunca se alteraba ni inquietaba, me preguntó: "Eh, Pelé ¿a dónde va?" Vuelvo a mi casa, le dije, sin poder ocultar mi estado de ánimo. Y es que a pesar de ser muy joven me habían encomendado en una final juvenil.
Estábamos perdiendo y se presentó la última oportunidad a través de un penal. El técnico confió en mi experiencia para ejecutarlo. No sólo no logré convertir, desviada la pelota nuestro equipo perdió el partido y el campeonato. Por eso mi deseo era irme a mi casa.
Aquel hombre me escuchó en silencio y luego me dijo que la carrera de un profesional está plagada de situaciones cambiantes, con momentos de esplendor y otros completamente olvidables. Si puedes tratar igual al triunfo o a la derrota, serás un hombre. Qué hermosas palabras, aplicadas a todos los que estamos en este mundo.
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