Algo está podrido en Dinamarca, y huele muy mal, es más, apesta. Ya lo habíamos dicho aquí. Las cosas no andan bien en el vestidor del Santos, hay inconformidad por la forma de plantear los partidos y sobre todo por los pésimos resultados que se están obteniendo al final del torneo.
Los directivos tienen que abrir los ojos, asimilar una realidad que está ocurriendo. Ya no se puede tapar el sol con el dedo ni prestarse a mentiras, engaños, traiciones, etcétera, y meter la mano con energía porque no hay más sordo que el que no quiere oír y más ciego que el que no quiere ver los engaños.
Aún es tiempo de calificar. Hoy todavía se puede aspirar a estar en la liguilla, aunque no hay muchas ilusiones de lo que se hará en ella, después de tantas cosas que han pasado, de tantos errores y desatinos que afloraron lamentablemente a última hora, cuando el romance estaba floreciendo.
Porque de la fecha cuatro a la once, que ya con dificultades se venció al Puebla, todo fue miel sobre hojuelas, pero apareció la goleada de 6-2 ante Chivas y a sufrir. Desde entonces el romance se fue esfumando de la manera más elocuente, donde muchos simplemente dejaron de luchar.
Ante San Luis está hoy la gran prueba para cuerpo técnico y muchos jugadores que ya piden a gritos irse a otra parte, donde puedan intentar recomponer su carrera, que aquí se ha ido a pique por muchas razones que tendrán, menos la de que no se les paga a tiempo.
Cruz Azul, con igual o peor comportamiento que Santos Laguna, le dio ayer la gran oportunidad de calificar y debe aprovecharla. Aquí es donde hace falta la mano enérgica de una directiva joven que no debe prestarse e engaños ni a promesas llenas de hipocresía y falsedad. Hechos son amores, lo demás es otra cosa.
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